Dos noticias simultáneas llaman en Ronda la atención en estos días que sirven de preámbulo a la bullanguera Navidad. Ninguna tiene que ver con el traído y  llevado asunto de Los Merinos que sigue coleando y no se le ve un claro final. No. Lo que viene llamando la atención en estos días es que los rondeños nos vamos a gastar la friolera de 2 millones de euros para probar  fortuna con la veleidosa lotería navideña.

  Dice un dicho del amplio repertorio de  refranes andaluces que “la lotería es el impuesto que pagan los pobres”. Puede que tenga  razón, es un tributo al que no le ponemos mala cara los menos favorecidos por la providencia, que somos los que nos las vemos y deseamos para llegar a final de mes con reducidos sueldos o menguadas pensiones.

Ponemos una vela a la diosa Fortuna para que tenga a bien derramar su cuenco de la abundancia sobre nuestras sufridas espaldas, ahora que es la ocasión con ese sorteo del 22 próximo. Más que nunca, por mor de estos tiempos aciagos que corren, recurrimos a tentar la suerte para que nos saque del socavón económico en el que nos hundimos.

  La otra noticia es que Cáritas de Ronda se ve impotente para atender la demanda de necesitados que cada día en mayor proporción llaman a sus puertas en pos de lo necesario para el condumio diario. Más de 400 familias, o lo es lo mismo mucho más de un millar de personan confían en la organización para que venga a socorrerles ya sea para atender sus pagos hipotecarios inaplazables o recibos que les es imposible atender con las consecuencias ingratas que ello acarrea.

   No se trata de la misma gente sin posibilidades que, como en años anteriores se acercaban para paliar sus necesidades; ahora como recalca Enriqueta Carrillo, la presidenta de Cáritas Interparroquial,  quien acude presenta un nuevo perfil: el  de personas que disfrutaron de un buen pasar y ahora el desempleo las condenó inapelablemente a acudir a la caridad que el próximo les dispense.

    Parece necesario que mantengamos la costumbre de participar en el sorteo por antonomasia por si pescamos un “pellizco”, que nunca se sabe. Tan necesario como que arrimemos el hombro siquiera sea módicamente para el sostenimiento de la institución caritativa parroquial que tanto bien viene derramando entre los más desfavorecidos.

Foto/ Diario SUR