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José Becerra

La provincia a vuelapluma

El Nacimiento, ultrajado

 

Uno de los lugares idílicos que posee Benaoján, el cual los ausentes de este singular pueblo de la Serranía de Ronda evocan con frecuencia, es el Nacimiento. Así llamaron nuestros ancestros a este afluente ocasional del río Guadiaro, que metros más abajo, se desliza calmosamente hacía el Campo de Gibraltar en busca del abrazo del mar. Junto con el Charco Azul de la Cueva del Gato y la Barranca, donde el Guadiaro se remansa, constituyeron los lugares en los que inexcusablemente había que detenerse para luchar contra los rigores del verano, que en el pueblo suelen mostrarse particularmente intensos. En lo dos enclaves primeros se gozaba de un relajante baño envuelto en un paisaje de piedra y vegetación -la efigie pétrea del felino, junqueras, adelfas y mimbreras –, que a muchos se nos antojaba poco menos que paradisíaco.

El Nacimiento,más que un solaz para el cuerpo,que también, lo era para la vista. Tanto si se ascendía hacia el pueblo o se bajaba de él por la carretera de Ronda, o por el Caminito del Río, la mirada se detenía en el Nacimiento, que en los inviernos lluvioso ofrece un inusitado esplendor. Un río subterráneo, escupido salvajemente por las sierras de Juan Diego, que colmatan en altura el caserío, horadan el terreno pedregoso y vienen a despeñarse en un tumulto de aguas tumultuosas y blanquecinas sobre el lecho del regazo que provocaban a sus pies. Aguas frías y limpias que buscaban con ahínco el fluir de su hermano mayor, el Guadiaro.

Pero es posible que hoy estén llegando hasta el Nacimiento, producto de la extensión del pueblo y la proximidad hasta zonas próximas del caserío, residuos fecales que ponen en peligro la salubridad del entorno. Se ha denunciado la rotura de tuberías que transportan inmundicias hasta las inmediaciones del lecho del riachuelo, las cuales al ser arrastradas por las lluvias últimas pasaron desaparecidas, pero que ahora son motivo de quejas de la vecindad que no pueden ocultar su repugnancia ante el lamentable espectáculo, cuanto más que a muy escasa distancia se encuentra un pozo que abastece al pueblo y al vecino Montejaque de aguas pretendidamente saludables.

No nos cabe la menor duda de que las autoridades locales obrarán en consecuencia poniendo fin a estos vertidos infectos que tanto perjudica la imagen del municipio,solo que de no haberlo hecho ya, se impone que lo hagan más pronto que tarde para que la impresión agradable que es obligación proporcionar a lugareños y visitantes no sufra merma alguna. Que se acabe el ultraje.

Foto: Pueblos- España.org.

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Sobre el autor

Nacido en Benaoján, 1941. Licenciado en Lengua y Literatura Española por la UNED. Autor de varios libros. Corresponsal de SUR en la comarca de Ronda durante muchos años.


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