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José Becerra

La provincia a vuelapluma

Fármacos más baratos, pero ¿igual de eficaces?

 

Se está extendiendo la mala nueva de que las farmacias, no todas y sálvese la que pueda, atiborran sus estanterías con fármacos procedentes de laboratorios que cada vez resultan más desconocidos para los enfermos. Créase o no hay muchos pacientes, sobre todo los de afecciones crónicas, que se están encontrando con envases que vienen sustituyendo a los de “toda la vida”.

El  farmacéutico de  turno se apresurará  a tratar de convencernos de que el principio activo es idéntico a la pócima, cápsula, pastilla o bálsamo que hemos venido consumiendo para contrarrestar los efectos de la dolencia que viene quebrando más o menos ostensiblemente nuestra maltrecha salud. Lo admitimos a la trágala, qué remedio, pero con poca o nula convicción. ¡Qué remedio!

  Naturalmente, quien está detrás de esta imposición es la Junta de Andalucía con su prurito de ahorrar en donde sea, y la Consejería de Salud no duda en seguir al pie de la letra el mandato de los jerarcas socialistas y el aplauso de quienes comparten el poder en las altas esferas, a saber, Izquierda Unida.

   La cuestión es que se están comprando fármacos mediante el proceso de subastas en laboratorios ubicados allende fronteras, dándose de lado a marcas de acrisolado prestigio y aprobada eficacia. La Agencia Española del Medicamento afirma que sólo se ponen el mercado sanitario los medicamentos cuyos resultados terapéuticos se demuestran fehacientemente. No lo ponemos en duda, pero siempre nos quedará la mosca detrás de la oreja cuando nos dispensan un específico que nos resulta antes de ingerirlos completamente desconocido por su nombre.

  Y no somos los únicos en abrigar dudas; ¿cómo sino el Gobierno central ha recurrido ante el Tribunal Constitucional esta práctica del  `low cost´. Nunca  podríamos imaginar que este término anglosajón  generalizado en el tráfico aéreo  también habría de sentar sus reales en el ámbito de las farmacias.  Para más inri se nos impide que paguemos la diferencia de precio entre el que nos obligan a aceptar y el que desearíamos llevarnos a casa. Es lo que hay. Donde hay patrón no manda marinero, que decimos quienes estamos obligados a comulgar con ruedas de molino.

   Foto/ medico-guía.com

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Sobre el autor

Nacido en Benaoján, 1941. Licenciado en Lengua y Literatura Española por la UNED. Autor de varios libros. Corresponsal de SUR en la comarca de Ronda durante muchos años.


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