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José Becerra

La provincia a vuelapluma

Redes sociales sin control

 

Tribunal Europeo de Derechos Humanos

Incidiendo en el vil asesinato de la presidenta de la Diputación de León que ha sacudido el ánimo del país por lo alevoso no han sido pocos los que valiéndose de las llamadas redes sociales han vomitado pestilencias amparados por el anonimato. Es lo que tienen: permiten el desahogo más desaforado y vil de quienes bien resguardados por las sombras se atreven a verter iracundos insultos que de otra forma no se atreverían a proferir. A la política abatida a tiros se la han dirigidos improperios de toda índole, algunos de los cuales espeluznantes. Más allá de la trayectoria política y personal de Isabel Carrasco, de la que no entro ni salgo, sí creo que convendría hablar de esa arma arrojadiza que son las redes telemáticas como Internet mal o subrepticiamente empleadas.

  Hay quien se sirve de ellas para incitar, denigrar, infamar y arrojar porquería sobre personas, como es el caso, o contra instituciones u organismos bajo la sombra que el sistema presta a quienes no se atreverían hacerlo a la luz del día. Y aquí es donde los poderes deberían legislar más pronto que tarde al respecto.

 

Sobre esta cuestión se ha pronunciado el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, recalcando la necesidad de poner coto a estos desmanes, los cuales hasta ahora están resultando impunes.

  Ni que decir tiene que le han saltado a la yugular desde algunas formaciones políticas y ciudadanas que no han visto en sus palabras sino un intento de cercenar la libertad de expresión. Confunden a nuestro entender, “ la velocidad con el tocino”, que decía un viejo profesor de mi Serranía rondeña, porque no es esa libertad la que se coarta sino la intención de zaherir sin fundamentos, o de hacer daño a terceros seguros de salir indemnes en su osadía.

 

Sin ir más lejos, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ratifica en la Convención de los países que lo conforman que cada derecho puede sufrir excepciones, por ejemplo, el del derecho a la libertad de expresión: los gobiernos pueden recortarlo libremente “para proteger la reputación de los individuos o las costumbres”. Así que existe `un margen de apreciación´ que se puede esgrimir contra los que atentan a derechos básicos de otros escudados en la libertad de expresión, que en estos casos no es tal. Las redes sociales empleadas con esos fines nauseabundos sí deben ser constreñidas. Quienes se rasgan las vestiduras por la actitud del ministro andan un tanto descaminados.

 

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Sobre el autor

Nacido en Benaoján, 1941. Licenciado en Lengua y Literatura Española por la UNED. Autor de varios libros. Corresponsal de SUR en la comarca de Ronda durante muchos años.


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