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José Becerra

La provincia a vuelapluma

Preces para encontrar trabajo

 

Preces para encontrar trabajo

Hasta ahora nos acercábamos al santo de nuestra devoción para rogarle nos concediera salud, un parto dichoso para un familiar, o que el hijo universitario aprobara el examen final con el que daba por concluida la carrera, o que lloviera para remediar el estado de las cosechas… Cosas así, de relativa importancia, aunque si la gracia no se obtenía tampoco se hundía el mundo por ello, que son muchos los que alzan sus preces por las mismas o parecidas circunstancias familiares. Pero desde un tiempo a esta parte las oraciones que se elevan a la divinidad o a los santos que se nos antojan más cercanos siguen otros rumbos.

Ahora, a remolque de esta malhadada número de desempleados que les lanza a la cara de los políticos que nos (mal) gobiernan su ineptitud para sacarnos de ella, y en vista de que con ellos no se puede contar para remediar el mal, hay quien alza al cielo su mirada y busca en los celestial ayuda para remediar una situación que aquí abajo se les niega.

   En otras palabras, se levantan oraciones al Sumo Hacedor ( o San Expedito, a quien ya se le conoce como el santo de la crisis) para encontrar un puesto de trabajo o para permanecer en el que ya disfruta. Lo de disfrutar es un decir si hacemos caso la sentencia bíblica: Ganarás el pan con el sudor de tu frente. En fin… El caso es que se vienen alzando voces por parte de psicólogos avezados aconsejando el acercamiento a la Divinidad, ya para que el despido pase de largo, ya para que una empresa lo llame para engrosar su personal, debatiéndose por una u otra razón en el consiguiente estado de impotencia y angustia. Estado de ánimo que, dicen, se alivia con el acercamiento al altar. Tengo por seguro que será cierto.

Lo que se barrunta, de seguir las cosas con una economía de malévola trayectoria, es que se organicen rogativas con procesiones de santos en su peana, asomándoles a los aledaños del Congreso, a la sede del gobierno de cada administración pública, y,¿por qué no?, a la puertas de las entidades financieras que se se muestran incapaces o reacias a encontrar soluciones a los males que nos aquejan. Igual que cuando se les mostraba los campos de pan llevar secos por la ausencia de las lluvias.

En mi pueblo, Benaoján, donde las montañas pierden sus escarpes remansándose en el Valle del Guadiaro, cada año,en abril, se recuerda que San Marcos, el santo evangelista remedió una pertinaz sequía y, merced a los rezos de la vecindad, mandó aguas sin cuento para saciar los campos sedientos. Puede que ahora las súplicas que reciba tengan que ver con el paro que pesa como una losa sobre la vecindad.

Un sitio donde hablamos de cosas de Málaga y la provincia

Sobre el autor

Nacido en Benaoján, 1941. Licenciado en Lengua y Literatura Española por la UNED. Autor de varios libros. Corresponsal de SUR en la comarca de Ronda durante muchos años.


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