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José Becerra

La provincia a vuelapluma

Montejaque, cántaros y gastronomía

Montejaque,  cántaros y  gastronomía
JOSÉ BECERRA


Este singular pueblo celebra el próximo día 29, con motivo del Día de Andalucía, su tradicional Juego de los cántaros. Un motivo para dejarse caer por este rincón de la provincia de Málaga, siempre atrayente y evocador, para presenciar lo que es ya es una enquistada y divertida costumbre que viene llamando poderosamente la atención en los últimos tiempos.
  Montejaque, fronterizo entre la comarca de Ronda y la gaditana Sierra de Grazalema, mira al valle del Guadiaro desde el pie de los roquedales del Hacho bebiendo los vientos norteños que hasta las casas llegan resbalando por el espolón vertical de Tavizna, mole piramidal que le sirve, en la lejanía, de peñascoso telón de fondo. Las casas, con el blanco impoluto de la cal, llegan hasta las estribaciones de las sierras de Montalate y Juan Diego, y en general, todo el pueblo parece cobijarse entre peñascos.

   No se contempla Montejaque hasta que no se avizoran sus primeras casas; de ahí el nombre ´Montexaquez”, de raíces árabes, que significa `montaña perdida”. Tal vez por estas razones la brisa nocturna, que en la Serranía suele descolgarse de los altos picos, alivia los rigores del día y hace sumamente agradable la permanencia en la plaza pública. Una plaza que es testigo fiel de los acontecimientos que se suceden a lo largo del año, como las fiestas patronales que se celebran ahora en torno al 15 de agosto, en honor de la milagrosa Virgen de la Concepción. Milagrosa porque detuvo una virulenta epidemia, cuya extinción originó una tradicional romería en la ermita de las Escarigüelas, con total vigencia en nuestros días. Y, además, es conocida la plaza por el Juego del Cántaro, costumbre rescatada del acervo cultural y popular del pueblo, la cual “ no parece haber tendido parangón en la provincia”, según afirmación generalizada.

   Con “El Juego del Cántaro” se reverdece  la costumbre que tenían las mujeres del lugar de ir a la fuente pública – una fuente que aún conserva los viejos caños de fresca agua – a recoger el líquido elemento en la época en que éste no llegaba a las casas. Se acercaban a la fuente hasta con tres cántaros que llevaban uno sobre la cabeza descansando sobre un rodete y los dos restantes sobre el cuadril. Tan frecuente era esta imagen que llegó a ser como la seña de identidad del mujerío local que no se arredraba ante el esfuerzo físico ni por los más penosos trabajos.

 Pero los cántaros son ahora motivos de divertimiento y atracción turística, sobre todo en los días de Carnaval. Se forman equipos de seis o tantas personas como cántaros haya disponibles en el juego. Se marca el centro de la plaza con una gran cruz y alrededor de éste se forma un círculo con las participantes. Se lanza el cántaro lleno de agua unas a otras y si éste no se rompe, se amplían los círculos concéntricos haciendo que cada vez el juego sea más complicado. Paulatinamente se van eliminando a las que el cántaro se les hace añicos antes de llegarles a las manos.

   Al hablar de los platos de Montejaque se impone la selección “que viene de muy antiguo” como nos decía tiempo atrás María Hidalgo, funcionaria del Ayuntamiento y que no es otra que la del guiso de patas de cerdo, como remembranza de la tradición chacinera; los embutidos, las tortas de chicharrones (residuo muy frito que queda después de derretirse la manteca de los trozos de piel del cerdo, convenientemente mezclados con masa de pan, azúcar y zumo y ralladura de cítricos y canela); “y los molletes artesanales, junto a las bebidas, como la mistela, que antes era obligada en las amonestaciones y en las bodas y que consiste en una perfecta conjunción de anís seco, azúcar, matalahuga y yerbas aromáticas”.

 Para postres obligado acabar mencionado las mermeladas que “Al- Jaque” elabora y de las que podrán hacer provisión los ocasionales visitantes, con la seguridad de que se llevarán a su casa un manjar sorprendente tanto por su exquisitez como por su rareza. “ Además de las tradicionales mermeladas por todos conocidas, elaboramos las de cebolla, berenjena y tomate, de las que creemos no tienen paralelo en ningún lugar”, nos dice una de las tres operarias de la singular fábrica artesanal que endulza el paladar de media Andalucía.

 ¿Pero cuáles son los atractivos del pueblo, aparte del más innegable, que radica en el núcleo poblacional? Son casas que respetan la tradición arquitectónica popular, algunas con fachadas blasonadas como el hotelito de Mañara, residencia que fue de Don Miguel de Mañara, aventurero y señor de rancio abolengo, en cuya figura y hazañas muchos autores creen ver la fuente de inspiración para el Don Juan Tenorio de Zorilla.

  Hay que salir al entorno y llegarse, entrando por la vieja y estrecha vía que sale de Ronda a Sevilla, al poso de cruzar el alcornocal de Bogas Bajas, al embalse o mal llamado”pantano” de Montejaque. Es ésta una obra tan colosal como inútil levantada en tiempos de la dictadura de Primo Rivero para detener las aguas del río Gaudares. No se consiguieron domeñarlas por las filtraciones del terreno arcilloso, y el caudal corre libre por la hendidura del Hundidero, hasta desembocar en el Charco Azul de la cueva del Gato, en Benaoján. Un paisaje insólito, montaraz y misterioso por el tajo que abre las entrañas de la tierra, pero no exento de encanto por la fascinación de la cueva, negada para aquellos que no sean expertos en espeluncas y curtidos en el riesgo y la aventura.

Foto.Málaga.es

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Sobre el autor

Nacido en Benaoján, 1941. Licenciado en Lengua y Literatura Española por la UNED. Autor de varios libros. Corresponsal de SUR en la comarca de Ronda durante muchos años.


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