Pensionistas cariacontecidos
En más de una ocasión, por ser un tema candente y que preocupa a millones de pensionistas- entre los me cuento, a mi pesar – hemos sacado a relucir la cuestión de la enflaquecida hucha de la que sale cada mes el subsidio que nos permite soportar, no sin quebrantos, las exigencias monetarias que la vida nos impone para subsistir siquiera sea medianamente bien en los contados años que nos quedan por transitar en este mundo. Hay ya quien clama al cielo por la desazón producida porque cualquier día venga a cerciorarse de que la módica cantidad que cobraba cada mes se menguó aún más o desapareció como por ensalmo.
Que no cunda el pavor dicen a su vez los expertos y economistas avezados: se puede aún consolidar el sistema público de pensiones con nuevas y drásticas reformas que vengan a paliar la cuantiosa merma de ingresos en el sistema a raíz de la destrucción masiva de empleos de la recesión que todos afirman se está superando. Si no hay dinero en la hucha de pensiones seguirán atendiéndose como se hacía años ha acudiéndose a las arcas del Estado que si flaquean siempre se podrá pedir prestado. Eso, y apretar las tuercas a los cotizantes como ya se estudia echándose mano al Pacto de Toledo y poniéndose en planta severas políticas fiscales confiscatorias, o sea, recurriéndose al lenguaje llano, “crujir” al ciudadano sin contemplaciones mediante exacciones de toda índole.
No le falta razón a Aznar, últimamente mostrándose como el elemento que chirría dentro del Partido Popular y no tiene pelos en la lengua para remover en las arenas movedizas del clan, que “impuestos altos, deuda disparada e incontrolado déficit” se vienen mostrando como un serio hándicap para su remontada.
Lo cierto es que, hoy por hoy, alrededor de cinco millones de pensionistas, entre los que milito, digo, cobran menos del salario mínimo interprofesional, a saber, menos de 700 euros mensuales. Pero los hay que cobran aún menos: un millón tienen que conformarse, que quiera que no, con 350 euros: poco menos que lo que se necesita para pagar el recibo de la electricidad encarecida hasta el infinito en las últimas semanas severamente invernales, bête noir de los que menos tienen.
Esté o no el riesgo el sistema lo cierto es que andamos los pensionistas con la mosca tras la oreja, cariacontecidos cuando no apesadumbrados.