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José Becerra

La provincia a vuelapluma

El COVID-19 que nos acecha

El COVID-19 que nos acecha

Vaya por delante que no hay ni asomo de severo riesgo inmediato. Con todo, aunque haya fronteras y amplias tierras de por medio, en esta España nuestra no podemos permitirnos el lujo de respirar tranquilo. La bacteria que acojona a medio mundo, el siniestro coronavirus, ya bautizado como COVID-19, no deja de sembrar a alarma por doquiera. ¿Llegará la miasma al país? De momento, ya digo, no hay motivos que barrunten un peligro inmediato. Pero lo mismo se podría haber dicho en Italia días atrás y ya tenemos la  fatídica bacteria instalada allí, por lo que es natural que estemos ojos avizor. Porque esta crisis declarada, en principio,  no parece que haga distinciones  en todo el globo terráqueo, y España no puede cantar alegremente victoria y verse inmune ante tamaño desafío de alcance cuasi  mundial. Que nos sintamos como en una burbuja inmune a la virulencia declarada sería un error mayúsculo. Así cabe interpretar la decisión de la Organización Mundial de la Salud, que, precavida, no ha dudado en declarar una emergencia sin fronteras de la que no cabe hacer oídos sordos, ni siquiera en España en donde acaba de hacer  acto de presencia, aunque en muy reducida intensidad. Por lo menos, parece que no haya esgrimido sus tentáculos el estigma  que trae de cabeza a otros países en lo que sí muestra ya extrema virulencia.

Sin duda estamos ante  un lance que pone los pelos de punta: no es baladí el temor cuando se sabe que en China los muertos alcanzan ya la cifra de 2.400 y la lista de contagiados por el malhadado virus supera ya listas poco menos que astronómicas. Llego a la  Península Itálica y se instaló el desasosiego en país; y por la proximidad a España ya no es raro que haya quien se ocupe de proveerse de la consabida mascarilla  reglamentaria, habida cuenta de que ya faltan en en lugares en los que la enfermedad golpeó  con firmeza.

Nos hemos creídos los hombres a lo largo de la historia reyes de la Creación, invulnerables a los ataques del medio ambiente y a la furia desatada de los microorganismos que nos rodean; pero he aquí, que de tiempo en  tiempo, nuevas enfermedades y estados catatónicos de nuestros congéneres de aquí y acullá nos recuerdan nuestra fragilidad ante los solapados ataques  que  aquéllos nos presentan en desigual batalla, esos contra los cuales nos las vemos y deseamos para hacerles frente y acabar por hacerles morder el polvo.

No vendría mal recordar, no obstante, que los españoles gozamos de un plantel de profesionales de la medicina privilegiado y que aquí existen medios de previsión y protocolos de actuación  modélicos. No hay que echar en saco roto que España ha sabido sortear con éxito, aun cuando en fechas pretéritas se exhibieron cuadros de mortandad extremadamente elevados   a causa de la malhadada gripe de antaño, antes de que dispusiera de las vacunas necesarias para hacer frente  a la pandemia, cosa que ahora es un reto que se ha sabido superar. Conviene recordarlo y que  nos alejemos de temores innecesarios reflejados en  la búsqueda desaforada de mascarillas que está acabando con las reservas en las farmacias.Piensa uno que esta cuestión se  está desbordando,  y sin bajar  la guardia, convendría atemperar lo ánimos. Nos acecha y congoja  el COVID-19, pero sabremos contenerlo, como antes se hizo con otras plagas que otrora nos suspendieron el ánimo.

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Sobre el autor

Nacido en Benaoján, 1941. Licenciado en Lengua y Literatura Española por la UNED. Autor de varios libros. Corresponsal de SUR en la comarca de Ronda durante muchos años.


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