Había dos posibilidades, y una era la cierta: dos años a la sombra le habían hecho perder a Roca la noción de la realidad.
No es que hubiera perdido la razón, pero salió de la cárcel como si en estos dos años no hubiese cambiado nada; ni la desidia con la que los ciudadanos aceptaron durante años su poder en la sombra, ni la irresponsabilidad con la que los poderes institucionales ignoraron durante tres lustros el desafío contra el Estado lanzado desde el entorno de Jesús Gil.
Por eso salió de la cárcel con tono chulesco, renovando el desafío.
Y por eso ha vuelto a entrar.