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Héctor Barbotta

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Interior debe una explicación a Marbella

Cuando en Apocalypse Now, el capitán Willard, interpretado por Martin Sheen, llega finalmente hasta el inmortal coronel Kurtz creado por Marlon Brando, ambos militares mantienen una de las conversaciones más memorables en la historia del cine. El escenario es un paisaje dantesco en la frontera camboyana con Vietnam, y Kurtz se justifica: «Una acusación de asesinato en este lugar es como una multa por exceso de velocidad en el circuito de Indianápolis».
No hay comparación posible con la locura asesina del siniestro personaje de aquella película, pero resulta inquietante cuando se sanciona a alguien por hacer lo que se espera de él y las explicaciones, lejos de ser contundentes, solo aportan confusión. Multar a un piloto de carreras por ir muy rápido, castigar a un juez por reparar una injusticia, expedientar a un policía por realizar una investigación son represalias que para el observador menos avisado parecen contrasentidos. Aún cuando, como en este caso, la investigación haya llegado hasta donde alguien no quería.
Marbella se ha vuelto a quedar sin comisario, el quinto que se va en solo seis años, pero esta vez los ciudadanos en general y los vecinos de la ciudad en particular tienen derecho a que se les explique algo más. Nunca antes como ahora las causas del relevo en un puesto clave para el buen funcionamiento de la ciudad han sido más opacas ni han estado envueltas en episodios más confusos.
Interior anunció esta semana mediante un comunicado que la Dirección General de la Policía mantiene abierta una investigación interna «para averiguar y exigir responsabilidades» a quien ordenó la investigación al vicepresidente de la Comunidad de Madrid y número dos de Esperanza Aguirre, Ignacio González, de quien se ha sabido su vinculación con un ático de lujo en Guadalmina que difícilmente ha podido pagar con sus ingresos conocidos.
Como resultado de esta investigación, hay un expediente abierto al hasta hace unos días comisario de Marbella, Agapito Hermes de Dios Herrero, quien fue relevado de su cargo. Más allá de que tanto el expediente como el traslado fueron solicitados por el propio afectado, resulta preocupante que una investigación que ha llegado hasta un alto cargo político sea el motivo esgrimido para relevar de un puesto clave –no sabemos si clave para el ministro del Interior, pero desde luego sí clave para los vecinos de Marbella– a un funcionario que apenas ha tenido un año para realizar su trabajo.
Sobre todo porque en los últimos meses ha habido rumores insistentes sobre la destitución de Hermes de Dios. Una destitución mil veces filtrada y nunca confirmada hasta que al final las filtraciones han coincidido con la realidad. Los relojes que no funcionan dan dos veces al día la hora exacta.
El rumor anterior explicaba la inminente destitución del comisario en el supuesto trato de favor hacia un allegado al jeque Al-Thani en la obtención del Número de Identificación de Extranjeros, un trámite sencillo para el que solo es necesario guardar cola en la comisaría.
La insistencia de estas filtraciones, mucho antes del incidente de la investigación del piso de Guadalmina, no hizo más que poner al descubierto que el comisario de Marbella carecía de amigos en la Comisaría Provincial de Málaga, o que al menos había sucedido algo que le había hecho ganar enemigos.
Más tarde surgió la investigación del piso que resultó ser del vicepresidente de la Comunidad de Madrid y por lo tanto, aforado. El expediente deberá resolver si la investigación la hizo el comisario por su cuenta, extremo que él mismo niega, y si el objeto era el ático o su aparente propietario oculto tras una trama de sociedades. No es lo mismo investigar a un aforado que tiene un inmueble, que investigar un inmueble que resulta ser de un aforado. Si es así poca responsabilidad se le puede achacar al investigador, quien tampoco debe ser responsable de que las pesquisas hayan revelado que la trama tiene ramificaciones en Colombia.
Meses atrás, efectivos policiales que estaban suspendidos de empleo y sueldo debido a su imputación en una causa judicial fueron sorprendidos en Marbella realizando labores de seguridad privada, actividad que les está expresamente vedada. El comisario tramitó esa denuncia por los cauces reglamentarios pese a haber recibido, según aseguran algunas fuentes, sugerencias para que no lo hiciera.
Es difícil encontrar dónde está el origen del relevo, destitución o cese que ha vuelto a dejar a Marbella sin comisario, pero son demasiados los episodios que deberían ser explicados.
En todo caso, alguna información que llegó hasta el ministro del Interior, Jorge Fernández-Díaz, debe de haberlo molestado muchísimo. No es habitual que el ministro responsable de las fuerzas de seguridad acuda a una boda en Marbella, como sucedió días atrás, y no reserve unos minutos para ver al comisario de la ciudad. Incluso que se suspenda una visita a la comisaría que ya había sido programada.
Posiblemente el mando relevado deba dar explicaciones en su institución. Pero con cinco comisarios en seis años, el Ministerio del Interior le debe una explicación a Marbella y a sus ciudadanos.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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