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Héctor Barbotta

Marbella blog

Marketing, política y Casares

Ahora que tenemos motivos para quejarnos de que el poder financiero ha invadido ámbitos de decisión que deberían corresponder a la política es buen momento para recordar que hace tiempo que la política sufrió la invasión consentida del marketing, una disciplina que debería ser auxiliar pero que ante la falta de ideas, de convicciones y de valores se ha acabado convirtiendo en el núcleo de la preocupación y ocupación de la mayoría de quienes se dedican a la cuestión pública.

Comenzaron preguntándose cómo vender un mensaje y acabaron creyendo que todo el problema se reduce a la imagen, y no a las ideas o  los valores que subyacen detrás de esa imagen. Basta con repasar muchas de las reacciones a las que hemos asistido tras los hechos de Casares: la alcaldesa, preocupada por la imagen que los periodistas estaban transmitiendo de su pueblo, sobredimensionando, según parece, el hecho banal de que el Ayuntamiento estaba siendo sometido a un registro policial; los concejales de la oposición, manifestando su preocupación por la imagen que iba a proyectar su pueblo a causa de esta operación, no porque la imagen fuese el reflejo de una situación por la que había que preocuparse; la agrupación local de Izquierda Unida, atribuyendo todo el asunto a una campaña mediática contra el exalcalde Juan Sánchez, como si su encarcelamiento fuese fruto de la afiebrada imaginación de un cronista.Posturas todas salidas de una concepción marketinera de la política, una actividad que parece definitivamente instalada más allá de la epidermis ante la falta de ideas, valores y hasta de  sueños.

La actitud que la alcaldesa de Casares y muchos de sus compañeros de IU hacia quienes informaban del caso ha sido tan agresiva, tan absurda en su estrategia de negar la evidencia de los hechos, tan nítida a la hora de exhibir la debilidad de sus convicciones democráticas y tan burda en su mal disimulada estrategia de defender  atacando que casi podría haberse leído como una confesión colectiva. El derecho de Juan Sánchez a la presunción de inocencia -avalado, debe decirse, por una trayectoria de 30 años- no  merecía defensores tan torpes.

Si el caso de Casares hubiese estallado algunos años atrás en los programas de televisión se las hubiesen ingeniado para que el nombre de Marbella apareciera por algún lado. Casares está dentro del ámbito de influencia de Marbella; el exalcalde detenido fue hasta hace bien poco presidente de la Mancomunidad, con despacho en Marbella; el propio argumento -intervención policial en el Ayuntamiento, exalcalde detenido en su casa, favores urbanísticos, trama de blanqueo, billetes de lotería sospechosos-parecía el de un ‘remake’ de una película que ya hemos visto. Sin embargo, Marbella no ha sido nombrada en ningún lado y posiblemente sea apresurado atribuirlo solamente a que la reputación de la ciudad ha mejorado en los últimos años. La pendiente ha ido más en el sentido contrario: todo el país ha descendido hasta el lugar donde Marbella se situó en 2006. Hablar hoy de marbellización cuando tenemos expresidentes autonómicos, alcaldes de todos los pelajes y hasta miembros de la Familia Real dando explicaciones enlos juzgados sería un acto de hipocresía difícil de digerir.

Aún así, no es el momento de consolarnos por el mal generalizado, sino de empezar a ver si nos tomamos en serio este asunto. Desde que la ‘operación Malaya’ levantó la veda de impunidad en las instituciones públicas, la estadística de la provincia es demoledora. En seis años han sido detenidos alcaldes o exalcaldes de Marbella, Estepona, Manilva, Casares, Alcaucín, Almogía, Alhaurín el Grande…, sin contar los acusados, imputados, juzgados o condenados que se han salvado de los grilletes. Alguien podría decir desde Marbella «¿Habéis visto? No éramos nosotros, eran todos». Pero la lista es demasiado larga y el argumento demasiado pobre como para que nadie pueda hallar ahí algo de consuelo.La prueba de que el problema está tan extendido es el perfil cultivado por el exalcalde Juan Sánchez, que hacía esperar cualquier cosa menos esto. Motivo por el que no pocos deseen plantarse delante y preguntarle: ¿Tú también, Juan?

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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