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Héctor Barbotta

Marbella blog

Víctimas y ejemplo

LOS discursos de los acusados en el último día del juicio por el ‘caso Malaya’dejaron en segundo plano la sosegada intervención del presidente del Tribunal, José Godino, quien al cerrar la vista oral adelantó que se redactará una sentencia a la que solo se le podrá poner el adjetivo de ‘justa’.

Lógicamente, la retórica victimista –desde el sibilino lamento de Roca por el daño que la causa provocó a Marbella (como si el daño no lo hubieran provocado los hechos de los que él es el principal responsable, sino la intervención de la justicia en esos hechos) a la mamarrachada de las lágrimas de Sandokan– tuvo más repercusión que la lógica casi de perogrullo con la que se expresó el presidente del Tribunal.

Todos los acusados que se acercaron al micrófono prefirieron interpretar el papel de mártires perjudicados por una conspiración sideral montada por polícías, fiscal, jueces y seguramente medios de comunicación –los mensajeros nunca están ausentes de las elucubraciones paranoicas de quienes se niegan a asumir su culpa– antes de pedir disculpas por lo que hicieron.

El propio Roca comparó su situación con la de condenados por delitos horribles (por otros delitos horribles), una confrontación tramposa cuyo objetivo de someter a presión al tribunal resultaba difícil de ocultar y que parecía fundarse en la falacia de que los delitos de los que se le acusa no tuvieron víctimas. Como si su acumulación indecente de bienes y dinero hubiese sido a costa de nadie.

Se ha acabado el juicio del ‘caso Malaya’ y ahora solo resta conocer la sentencia. Durante años sus protagonistas han sido el mejor ejemplo, pero no el único, de cómo las instituciones se pusieron al servicio del lucro individual, del urbanismo convertido en instrumento para el pelotazo y no para diseñar ciudades con dimensión humana, de la política entendida como antónimo del servicio público. Pero ‘Malaya’ fue también el primer ejemplo de que las instituciones habían dejado de ser espacios de impunidad. En la intervención del presidente del Tribunal también hubo noticia. Ante el pedido de la Fiscalía de que haya una condena ejemplar, el juez dijo que la sentencia será justa. Sin más.

Y es verdad que posiblemente la sentencia no deba ser ejemplar. Solo justa. Pero qué bien vendría para la higiene democrática de este país que sirviera como ejemplo.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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