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Héctor Barbotta

Marbella blog

Subir a Ronda

Subir de San Pedro a Ronda o hacer el camino contrario desde Ronda hasta la Costa forma parte de la rutina diaria de decenas de turistas y de cientos de trabajadores. Los primeros, atraídos por esa parte de Andalucía que a pie de playa solo llega a intuirse, y los segundos, para ganar en la Costa el sustento que no se encuentra en los pueblos de la Serranía.
Por ello, la carretera que une ambos puntos ha estado siempre en el centro de mira. Recorrerla puede ser un ejercicio placentero si uno va sin prisas y, cámara en mano, dispuesto a cazar con el objetivo cascadas, vistas panorámicas, cabras o buitres leonados. Pero también puede transformarse en un calvario si se tiene la mala suerte de que el vehículo que va delante sea un camión o simplemente tenga al volante a un conductor inexperto.
Ahora la Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Medio Ambiente, ha calificado de inviable el proyecto para la construcción de una autopista entre Ronda y la Costa, y lo ha hecho con argumentos que suenan convincentes: el impacto medioambiental sobre flora y fauna que acabaría causando daños irreparables en el Valle del Genal, la Sierra Bermeja o el río Guadalmina. La Junta ha necesitado de un estudio informativo para llegar a esta conclusión, la misma a la que hubiese arribado cualquier mortal cuando se lanzó la propuesta utilizando tan solo su sentido común.
Las hemerotecas son crueles. Ayudan a recordar que hace algunos años, en plena campaña electoral, con la evidente intención de revertir un panorama que las encuestas vaticinaban como poco alentador y saltándose la norma que impide utilizar posiciones institucionales para hacer anuncios de este tipo, una consejera de la Junta adelantó a bombo y platillo que en pocos años el trayecto de Ronda a Marbella podría hacerse en veinte minutos.
A diferencia del engaño del tren litoral, un proyecto que se sabe necesario y a la larga rentable, el anuncio de la autopista San Pedro-Ronda no embaucó a casi nadie. Primero porque la motivación del anuncio estaba clara, y segundo porque no hacía falta esperar a un estudio de Medio Ambiente para darse cuenta de que el proyecto era una salvajada ecológica y una grosería financiera. El anuncio, como tantos otros, no pasó de ser un chusco recurso electoral.
Pero así como en su momento la propuesta fue un alarde de oportunismo por parte del PSOE, el anuncio de la Junta de que no se hará ha sido recibido desde la otra orilla no como un muestra de sentido común, sino como una nueva prueba de que a la hora de las inversiones la Junta se olvida de Marbella y bla bla bla. Como si no hubiera ejemplos suficientes para recurrir a ese argumento.
Y es que no importa de qué se trate. Escaparse del oportunismo, a un lado y a otro, parece imposible.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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