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Héctor Barbotta

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¿Quién marca la agenda en Marbella?

La fallida propuesta municipal de permitir que se construyeran torres en altura en cinco zonas de la ciudad concluyó en los primeros días de enero cuando la alcaldesa, Ángeles Muñoz, en una inusual exhibición de reflejos políticos, abortó la iniciativa prácticamente antes de que naciera para evitar que la creciente oposición ciudadana, plasmada en la conformación de una plataforma, siguiera creciendo hasta explotarle en la cara. En aquella ocasión la alcaldesa se comportó como esos porteros de fútbol que por una distracción quedan mal parados en una jugada, pero salvan la situación de peligro con una estirada agónica.
Aquel episodio, en el que siguiendo con el símil deportivo el gobierno municipal estuvo a punto de marcarse un gol en propia meta que sólo evitó una intervención providencial de su jugador franquicia, tuvo efectos secundarios que seguramente no se sospecharon en su momento.
Por un lado dejó en evidencia que la balsa de aguas planas sobre las que durante casi siete años había navegado el equipo de gobierno municipal había comenzado a moverse. Por el otro, despertó en vecinos individuales y en colectivos ciudadanos la percepción de lo fácil que resulta hacerse oír a poco que se organizan y hacen un uso más o menos apropiado de los altavoces que ofrecen las redes sociales y también los medios de comunicación.
Desde estas páginas ya se caracterizó en su día a la plataforma contra los rascacielos como un colectivo heterogéneo en el que convivían personas con diferentes criterios ideológicos y también con distintas motivaciones a la hora de sumarse a ese empeño. Pero el hecho de que esa heterogeneidad no permitiera vaticinar que el colectivo constituido para un fin concreto pudiera transformarse en una alternativa electoral fue leído erróneamente por parte del equipo de gobierno como una garantía de que el episodio de los rascacielos no tendría consecuencias políticas sólo porque la alcaldesa había salvado la situación con unos reflejos propios de un portero de primera división.
Ese error de apreciación fue mayúsculo, porque una vez más, desnudando sus propias carencias, desde el mundo de la política institucional se confundió ausencia de consecuencias electorales con ausencia de consecuencias políticas. Y no es lo mismo. Así lo demuestra la evidencia que desde entonces se han producido dos circunstancias que conjugadas han conformado una situación que posiblemente deberían preocupar a Ángeles Muñoz y a su equipo: por un lado, han surgido nuevas plataformas ciudadanas que han movilizado a personas por reivindicaciones contrarias a iniciativas del Ayuntamiento. Por el otro, el gobierno municipal no ha sabido situar ante la opinión pública ningún proyecto, ninguna iniciativa, ninguna línea que marque la agenda política de la ciudad. Por el contrario, si se repasa qué temas han estado en el centro del debate en las últimas semanas sólo aparecen cuestiones que han puesto al gobierno municipal a la defensiva: desde la tala de árboles en el centro hasta la intención de construir una estación de autobuses frente a un colegio público; desde el reciente informe de la Cámara de Cuentas hasta el debate sobre el acuerdo de lindes con Benahavís que ahora renace cuatro años después, pasando por la campaña montada sobre una pretendida maniobra de evasión fiscal sobre la que ningún medio relevante encontró la sustancia suficiente que pudiera permitir considerarla noticia. Haría mal el equipo de gobierno, y en concreto la alcaldesa, si confundiera haber salido indemne de esas situaciones con haber recuperado la iniciativa.
Las respuestas ofrecidas ante las advertencias de la Cámara de Cuentas –no se envió la información requerida porque era muy voluminosa– o a la Junta ante la paralización del acuerdo de lindes con Benahavís –se creía que el expediente estaba resuelto cuando en realidad apenas había comenzado a tramitarse– revelan al menos problemas de organización que a estas alturas difícilmente pueden considerarse aceptables.
Pero el mayor problema del equipo de gobierno municipal no es ese, sino otro más relevante desde el punto de vista político: no ha podido situar ni un solo tema en la agenda pública en los últimos meses, y a un año de las elecciones municipales esa no es una dificultad menor.
Encarar el año que resta para los comicios con el único discurso de que se han reorganizado las cuentas municipales y que la otra opción solo ofrece, por su propia composición, un horizonte de inestabilidad no parece constituir ninguna garantía para afrontar el futuro. Más bien puede invitar a recordar que los proyectos y los discursos nunca están quietos. O se renuevan o se agotan.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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