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Héctor Barbotta

Marbella blog

Buena política y mala política

No se descubre la pólvora si se recuerda que la política, por méritos bien ganados por parte de quienes ejercen esa actividad que en alguna época supo ser noble, no pasa por su mejor momento en la consideración de los ciudadanos. No sólo por los escasos dirigentes que comienzan a pisar la cárcel y los muchos que deberían hacerlo, ni tampoco por los privilegios que se exhiben impúdicamente ante las personas de a pie que los sustentan. El desprestigio nace sobre todo de la burbuja aislada de la realidad social en la que parecen vivir muchos de quienes deberían estar más obligados que nadie a conocerla para intentar cambiarla, y en sus lógicas de poder que ignoran todo lo que no sean luchas sectarias para mantener puesto y privilegios y conseguir cada cuatro años el respaldo necesario para seguir cuatro años más.

Por eso resulta reconfortante que ocasionalmente, casi como si constituyera una anomalía, la política se reconcilie consigo misma y emita señales que permitan pensar que algunos de quienes cobran del dinero de todos se han ganado al menos el sueldo de ese mes.

La política ha exhibido esta semana esa buena cara en el acuerdo alcanzado para desbloquear las obras de ampliación del Hospital Costa del Sol, un entendimiento al que se llegó después de largos meses de pacientes negociaciones en las que se logró desenmarañar una madeja que tenía sus nudos más enrevesados en los aspectos legales del conflicto, pero que había ido creciendo durante demasiados años de política de corto alcance y sobre todo de desconfianza mutua.

Quienes siguieron de cerca esta larga y compleja negociación fijan uno de los puntos clave de este proceso en la llegada a la Consejería de Salud de su actual titular, María José Sánchez Rubio, que nada más hacerse con la cartera accedió a lo que su antecesora, María Jesús Montero, se había negado sistemáticamente: reunirse con la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, y poner las bases de confianza sobre las que comenzar a trabajar en un acuerdo.

En el proceso, que se llevó con discreción máxima y con la participación clave del gerente del Hospital, Alfonso Gámez, todas las partes cedieron, incluida la sociedad concesionaria, con la que hasta el pasado miércoles la Junta todavía negociaba el importe de la indemnización que le correspondería como compensación por el lucro cesante durante los cuatro años de paralización.

 

Este periódico tuvo conocimiento de que se estaba cerca de llegar a un acuerdo el martes por la tarde. No fue hasta el miércoles cuando pudo confirmarlo en fuentes de ambas administraciones, que explicaron los detalles del acuerdo y destacaron, sobre todo, la buena voluntad exhibida por todas las partes. En ambas instituciones accedieron a confirmar la noticia con la precaución de advertir de que el convenio no estaba aún firmado y en la necesidad de mantener un consenso del que dependía que el acuerdo, que beneficiará a toda la población de la Costa del Sol, desde Manilva hasta Fuengirola, no se frustrara por cualquier cuestión de última hora.

Después de mantener una conversación con este periódico, en la que confirmó la información en todos sus extremos, un cargo de la Consejería de Salud en Málaga se puso en contacto con el portavoz socialista en Marbella, José Bernal, para comunicarle que se había alcanzado el acuerdo y que este periódico publicaría la noticia en su edición impresa del jueves y pedirle discreción hasta entonces. Una cuestión de cortesía entre compañeros de partido para que el dirigente socialista no se enterara por el periódico de un asunto trascendente que afectaba a la ciudad.

Tan pronto como tuvo esta comunicación, y pese a que le habían recomendado discreción, Bernal se puso en marcha. Filtró lo poco que le habían contado para inmediatamente enviar una nota de prensa en la que se felicitaba por el desbloqueo del proyecto y arremetía contra la alcaldesa, a la que acusaba de mala fe, y la responsabilizaba por la prolongada paralización de las obras.

La actitud de Bernal causó sorpresa e indignación en la propia Junta de Andalucía. El cargo de Salud que le había comunicado la noticia horas antes con la recomendación expresa de discreción reconoció a este periódico sentirse traicionado por su compañero de Marbella, y en las oficinas de la Consejería de Salud en Sevilla la indignación no fue menor, sobre todo porque durante algunas horas se temió que las prisas por obtener rédito político a costa de arremeter contra una de las artífices de un acuerdo que aún no se había firmado podía dar por tierra con el fruto de un año de trabajo. No fue hasta última hora, tras una comunicación directa entre ambas administraciones, cuando se tuvo la certeza de que el acuerdo seguía adelante.

No es la primera vez que la obsesión del candidato del PSOE a la Alcaldía por impedir que el Ayuntamiento y la Junta alcancen acuerdos que, a su entender, puedan alterar su estrategia pone en peligro los intereses de la ciudad, de sus vecinos y hasta de su partido. Semanas atrás, otra indiscreción de Bernal, aparentemnete también motivada en las prisas por conseguir rédito rápido, frustró las complejas negociaciones en las que el gobierno andaluz y el municipal exploraban la posibilidad de que el Ayuntamiento pagara con la financiación de infraestructuras su deuda con la Junta de Andalucía.

El acceso a información sensible parece haber convertido a Bernal en un personaje político más peligroso para su propia ciudad y su propio partido que un mono con escopeta. A estas alturas la incógnita reside en saber hacia dónde saldrá el próximo disparo. O si será capaz algún día de aprender a utilizar la escopeta.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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