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Héctor Barbotta

Marbella blog

Ni pasarse ni quedarse corto

Hay quien dice, no sin razón, que no hay lugar como Marbella para vivir once meses al año. La excepción es agosto, cuando afortunadamente se llena de visitantes –este año más que nunca, como en las buenas épocas– y uno comprende cómo se vive en la ciudades del atasco permanente. Uno entiende también que los colapsos de tráfico que sufre, por ejemplo, Madrid no sólo están motivados en el volumen de coches y en el trasiego de millones de personas cada día, sino en la nivel de civismo que impera al volante. A más prepotencia y más impulso por llevarse por delante prójimo y normas, más posibilidad de quedarse atascado. La impaciencia al volante nunca es buena, pero en vacaciones es absurda y llega a inspirar lástima.

Es una suerte que toda esta gente venga cada verano por aquí, y es muy deseable que lo siga haciendo. Pero no deja de ser una pena que Marbella no sea un destino lo suficientemente relajante como para que todos los visitantes olviden el estrés con el que seguramente viven los otros once meses del año.

Pero más allá del incivismo, es también  en estos días, en los que la circulación se colapsa en varios puntos y en diferentes horas, cuando quedan al desnudo los problemas estructurales que la crisis de los últimos años contribuyó a disimular, pero que con el renacer al menos del turismo y al menos en esta ciudad están volviendo a quedar en evidencia.

Es verdad que Marbella se fue configurando alrededor de una carretera, con más codicia,  improvisación y autocomplacencia que planificación y que ahora parece ser demasiado tarde para arbitrar soluciones que no tengan en una radical apuesta por el transporte público su eje y epicentro. Pero ello no significa que haya que resignarse a que agosto sea irremediablemente cada año el mes en el que además de turistas –todos y cada uno de ellos deseados y bienvenidos– importamos atascos insoportables y colas interminables en las paradas de taxis.

Por ello resulta incomprensible que sea precisamente en estos días cuando algunas iniciativas de las instituciones públicas en lugar de ayudar a hacer más llevadera la situación parezcan dirigidas a todo lo contrario. Esta semana hubo una actuación municipal en una calle del centro, al parecer inaplazable, según se explicó, que convirtió la zona en una ratonera durante varias horas. Pero eso no es lo peor. Ya van varios días en los que se ven aparatosos operativos policiales, con controles rigurosos, exhibición de armas largas y atascos prolongados sobre los que no se da más explicación que se trata de controles rutinarios y disuasorios.

Es evidente que la seguridad hay que cuidarla siempre y que si hay un momento del año en el que el celo debe aumentarse es precisamente en éste. Pero no dejan de resultar chocante esos operativos que causan trastornos que parecen algo más que simple rutina. Si está pasando algo, quizás hasta sea demasiado poco, pero si no pasa nada quizás sea demasiado.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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