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Héctor Barbotta

Marbella blog

Lindes

La aprobación por el último pleno municipal de 2014 del acuerdo de lindes con Benahavís ha vuelto a traer a la actualidad un asunto que se viene debatiendo desde hace seis años, pero que ha adquirido una virulencia sin duda atizada por las urgencias políticas que marca el calendario. El asunto de las lindes ha resurgido inesperadamente con parámetros parecidos a otros que han marcado el último año político en el Ayuntamiento. Al igual que sucedió en su día con los rascacielos, con la tala de los árboles de Notario Luis Oliver y con la terminal de autobuses de San Pedro, los partidos de la oposición han cedido la iniciativa a una plataforma ciudadana que muestra su indignación por la aparente pérdida de terreno en favor de un municipio vecino, igual que anteriormente se hizo por la presunta agresión a la identidad arquitectónica de la ciudad, a su patrimonio ambiental o a la seguridad de los alumnos del colegio situado frente a la estación de autobuses.

En este caso, quienes se han agrupado en defensa de lo que entienden la integridad territorial de Marbella evitan utilizar el término ‘plataforma’ y prefieren que se los identifique como ‘movimiento ciudadano’, un cambio de denominación que no alcanza para evitar advertir que en la foto de familia de los vecinos que legítimamente se unen detrás de una reivindicación que consideran justa se visualizan no pocos rostros que ya aparecían en la oposición a los rascacielos y en la protesta contra la tala de árboles. Si se exceptúa la protesta organizada contra la estación de San Pedro, donde la AMPA del colegio Teresa León tuvo un papel decisivo, existe la sensación de que se trata de la misma plataforma que se moviliza por diferentes motivos, lo que en ningún caso le hace perder ni un ápice de legitimidad a sus reivindicaciones.

Sin embargo, algunos, no todos, de los miembros de la plataforma (o movimiento) han hecho gala en los últimos días de la misma intolerancia exhibida en ocasiones anteriores. Poner bajo sospecha y arremeter contra quien ose constatar datos que no se ajusten a su relato o emita opiniones divergentes se ha convertido en una marca de la casa. No es nada nuevo; ya lo habían hecho cuando los árboles, y antes, cuando los rascacielos. No son todos, sólo algunos. Precisamente los mismos que se molestan cuando se recuerda que estuvieron en plataformas anteriores. Como si eso tuviese algo de malo. O como si preocuparse por la arquitectura y por el medio ambiente fuese incompatible con hacerlo por la integridad territorial del municipio.

El movimiento, que ha adoptado en Facebook el nombre de ‘Ni un metro de Marbella para otra población’ y ha abierto cuenta en Twitter con el nombre @MarbellaLindes, ha organizado una recolección de firmas en la plataforma digital Change.org, en la que hasta el viernes habían recogido 688 apoyos. Argumentan que con el acuerdo se entregan a Benahavís 170.000 metros cuadrados que siempre han sido de Marbella y en los que la alcaldesa tiene intereses económicos.

Cuando hace un año Ángeles Muñoz desistió del proyecto de autorizar torres de gran altura en cinco puntos diferentes de la ciudad, en parte por el predicamento que había adquirido la plataforma ciudadana que se oponía a esa medida, seguramente no sabía que estaba abriendo la espita a una forma de enfrentarse a las iniciativas del equipo de gobierno a la que los grupos de la oposición municipal se sumarían con entusiasmo. Pero lo que ha valido para una situación no necesariamente sirve para otra, como ya se ha visto en la protesta ambientalista contra la tala de árboles en el centro. Sobre todo si se tiene en cuenta que el acuerdo de lindes con Benahavís se viene debatiendo desde diciembre de 2008, cuando se inició la tramitación, y aunque es cierto que los grupos de la oposición lo criticaron desde el comienzo, no ha sido hasta ahora, año electoral, cuando muchos de los vecinos que antes se movilizaron contra la tala de árboles y antes contra los rascacielos lo han situado en el centro de sus preocupaciones.

Pese a las protestas de la oposición –incluida Izquierda Unida, formación política que gestiona la consejería de la Junta de Andalucía desde la que se ha supervisado todo el proceso– el cambio de lindes ha tenido una plácida tramitación institucional. De hecho, en la Junta han estado lejos de cuestionar un pacto entre ayuntamientos que venía a poner orden en una situación anómala, ya que los límites entre ambos términos municipales no coincidían según se consultara uno u otro documento. El suelo que ahora pasará a formar parte de Benahavís  –donde se sitúa la vivienda de la alcaldesa y terrenos propiedad de su familia, lo que ha alimentado la polémica– figura como parte de Marbella en el último expediente de deslinde, que data de 1873, y en el Plan de Ordenación Territorial (POT) de la Costa del Sol Occidental, de 2006.  Sin embargo, aparece como parte de Benahavís en el plan general anterior al actual, el de 1986, y en el plan parcial de la zona, de 1996. Asimismo, un documento firmado por el entonces alcalde de Marbella, el socialista José Luis Rodríguez, en 1985 aprobaba  una alegación que reclamaba el suelo para Benahavís. La anomalía que ahora se corrige, consiste en que el Ayuntamiento de Benahavís ha hecho uso tradicionalmente de esos terrenos, a través del cobro de impuestos y la concesión de licencias.

Tras las fiestas navideñas se ha entrado de lleno en la recta hacia las elecciones municipales mayo. Una buena ocasión para echar la vista hacia otra campaña, la de 2007, cuando el entonces candidato socialista, Paulino Plata, se defendía de la acusación de vivir en Antequera recordando que su oponente, Ángeles Muñoz, tampoco residía en Marbella, sino en Benahavís. La candidata del PP respondía que ella vivía en Marbella, aunque para empadronarse en la ciudad hubiese tenido que recurrir a la dirección de la oficina de su marido, situada en Nueva Andalucía, donde también había funcionado su consulta médica.

Seguramente en la campaña que se avecina las tornas cambiarán. Será la alcaldesa quien diga que su casa siempre ha estado en Benahavís, es en ese municipio donde siempre ha tributado el IBI, y la oposición la que argumente que no, que la vivienda se erige en suelo perteneciente a Marbella. Los discursos políticos no sólo suelen llevarse mal con la historia, con la  economía y hasta con las matemáticas. En ocasiones también se pelean con la geografía.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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