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Héctor Barbotta

Marbella blog

Asuntos sustanciales

Opción Sampedreña, el partido independiente de San Pedro Alcántara al que el resultado electoral de 2015 ha dado el mango de la sartén de Marbella, deshoja la margarita. Tiene por delante la posibilidad de decidir si la ciudad sigue gobernada por el tripartito encabezado por el PSOE o si vuelve a tener como alcaldesa a la popular Ángeles Muñoz. No se trata de una sorpresa. Cuando en 2015 pactaron para darle la Alcaldía al socialista José Bernal avisaron que aquel era un pacto para dos años, no para cuatro, y que llegado el ecuador del mandato harían su balance y decidirían si continuar o no. Sus socios aceptaron esa condición, y todas las otras que impusieron, y el momento ha llegado.
Así como hace dos años el partido de San Pedro puso como condición para pactar con los socialistas e Izquierda Unida que la Junta se comprometiera a realizar obras pendientes en ese distrito, ahora exigen que se dote a la Tenencia de Alcaldía de más medios humanos y materiales. Se podría argumentar que una ciudad con el urbanismo paralizado y el modelo turístico en cuestión posiblemente tenga otros asuntos que podrían reclamar atención, pero el partido de San Pedro reclama por lo suyo. No se puede decir que no vayan de cara.
En los años recientes, cuando el Partido Popular se vio frente a un escenario de pérdida de las mayorías absolutas en las grandes ciudades, el Gobierno lanzó un globo sonda sobre un cambio normativo para que en los ayuntamientos gobernara la lista más votada. Rajoy intentó explicarlo según su estilo, con aquella frase acerca los vecinos y el alcalde que ya ocupa un lugar destacado en su antología personal. Logró hacerse entender aunque no consiguió erradicar las sospechas de que se trataba de una maniobra chapucera, un pucherazo de última hora para cambiar las reglas de juego en mitad del partido. Quedó lejos de construir un consenso que permitiera modificar una norma esencial de la cultura democrática labrada durante 40 años que señala que no gobierna quien obtiene más votos, sino el que consigue formar mayorías.
No hay consenso para cambiar normas escritas, y algunas de las no escritas se están evaporando ante la mirada azorada del personal. Una de ellas era que en las cuestiones esenciales los dos grandes partidos, que por eso lo eran, se ponían de acuerdo.
Cualquier resolución de la crisis política en la que ha entrado Marbella será legítima. Pero estaría bien que más temprano que tarde, aquellos a quienes los electores siguen considerando partidos principales llegaran a acuerdos para desbloquear los asuntos sustanciales. Que no son el número de barrenderos que necesita un distrito.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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