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Héctor Barbotta

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Privatizados

La Junta de Andalucía encontró hace tiempo la fórmula para impedir que se le pidan cuentas por la eternización de las actuaciones pendientes y por su falta de compromiso inversor. Consistió en eliminar la presentación provincializada de sus presupuestos, que se reemplazó por una exposición general en la que las actuaciones previstas aparecen mencionadas, pero sin la cantidad correspondiente al costado. Es una fórmula difícilmente superable: presupuestos sin partidas presupuestarias.
Se trata de un sistema que ofrece varias ventajas: permite estirar hasta el infinito las partidas generalistas, evita tener que dar cuentas por partidas que no cumplen con las expectativas y da lugar a que en cada provincia se pueda anunciar el inicio o la continuidad de obras pendientes sin comprometerse en realidad a nada que vaya más allá de ejecutar una pequeña parte.
Si por ejemplo existe compromiso para construir institutos o centros de salud en varias provincias diferentes, basta con mencionar todos los proyectos en cada presentación y remitir a una partida general, de manera que el compromiso que se adquiere es igual a cero. Bastará que en ese ejercicio se haya ejecutado una mínima parte del proyecto para asegurar, sin faltar a la verdad, que se ha cumplido con el compromiso adquirido, aunque en realidad tal compromiso no exista. Así, las actuaciones pueden verse condenadas a una ejecución perpetua.
En Marbella, una de las ciudades de la provincia con menor dotación de infraestructuras públicas –hay un centro de salud por cada 50.000 habitantes y el distrito Costa del Sol es el peor dotado de Andalucía en cuanto a pediatras y médicos de familia por habitante– los presupuestos de la Junta son especialmente rácanos. Incluyen, finalmente, la construcción de un nuevo centro de salud (aunque en realidad se trata de la ampliación del ya existente en San Pedro), el proyecto de un nuevo instituto y un plan de promoción turística. Ninguna de estas tres actuaciones aparece con un compromiso inversor concreto. Es decir que si al acabar 2018 se hubiera invertido un euro en cada uno de esos proyectos, nadie podría reclamar incumplimientos.
La ciudad tiene también dos grandes actuaciones pendientes: las ampliaciones del Hospital y del Puerto Deportivo. Hace tiempo que la Junta decidió no acometer de forma directa ninguna de ellas, sino encomendarlas a inversores privados. Los dos han salido ranas y ambos proyectos están paralizados. En los presupuestos para 2018 no aparecen. Desde que la Junta decidiera privatizar esa parte de su gestión es como si el asunto no fuera con ella.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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