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Héctor Barbotta

Marbella blog

Algo más que un debate urbano

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Pocas decisiones hay tan trascendentes para una ciudad como cuando se propone la peatonalización de una de sus arterias principales. En primer lugar, porque se trata de una decisión que raramente es reversible. Una vez que se adopta y se lleva adelante no suele haber marcha atrás. En segundo lugar, porque pocas transformaciones puede haber que cambien tanto la fisonomía del centro urbano y que influyan de manera tan determinante en la manera en que los vecinos se relacionan con su propia ciudad, en la fisonomía de los comercios o en la posibilidad de un entorno de resultar atractivo para los visitantes.
La peatonalización es decisiva y trascendente desde la perspectiva urbana, pero también comercial, medioambiental, económica y de movilidad. Pocas decisiones del ámbito municipal hay, en suma, que, influyan de una manera tan determinante en la vida cotidiana de los vecinos, pero también en el futuro de la propia ciudad.
San Pedro Alcántara está afrontando actualmente ese debate y se ha generado, como es natural, un escenario de controversia. Uno de los aspectos más importantes de los debates que se abren cuando se está por peatonalizar una calle es que resulta muy difícil anticipar cuál va a ser el resultado. Hoy en día casi nadie se acuerda de aquello pero cuando a mediados de los años noventa se empezó a plantear el cierre al tráfico de la calle Larios, comerciantes y hosteleros de Málaga recibieron aquella propuesta con una hostilidad indisimulada. De haber adivinado cuál iba a ser la influencia de la peatonalización en el vigor comercial de esa arteria, con seguridad su actitud hubiese sido muy diferente.
Sin embargo, cuando ya se conocían los resultados de calle Larios y el proyecto de peatonalización avanzó hacia las calles del entorno, el rechazo no amainó. Hoy, con el centro de Málaga convertido, inéditamente, en el motor turístico y comercial de la capital de la provincia, aquel debate se presenta como anacrónico.
Algo muy parecido, aunque en una dimensión sensiblemente menor, sucedió en Marbella cuando el Ayuntamiento comenzó por la avenida Miguel Cano su proyecto de peatonalización del centro al sur de la avenida Ricardo Soriano. Hoy es difícil dudar de la consecuencia comercial y turística de esa iniciativa, aunque suponer que operaciones similares van a tener resultados idénticos cualquiera sea el lugar en el que se ejecuten supone una simpleza de análisis en la que no se deberían basar decisiones de tanto calado.
Es más, Marbella tiene por delante un proyecto que antes o después deberá abordarse, como es el de la peatonalización total o parcial de Ricardo Soriano, al menos en el entorno de la Alameda, por la sencilla razón de que el casco urbano de una ciudad, y especialmente el casco urbano de una ciudad turística que no quiere verse estancada en su desarrollo, no debería estar atravesado por una avenida que en realidad se utiliza como autovía. Que ese proyecto no se haya abordado todavía responde simplemente a las dificultades técnicas que presenta la canalización por vías alternativas de todo el tráfico y al coste sideral que supondría la solución más sencilla, un soterramiento en el trazado más céntrico. Sólo con imaginar el revulsivo comercial, turístico y económico que supondría una avenida Ricardo Soriano peatonalizada y surcada por un tranvía debería invitar a no abandonar, por caro o por dificultoso que parezca, esa proyección indispensable para el futuro a medio plazo de esta ciudad.
Pero ahora donde está planteado el debate es en San Pedro y lo que correspondería hacerse para que lo que salga de ahí no sea un resultado del que arrepentirse es afrontarlo sin caprichos ni fobias personales, con más datos objetivos que percepciones a vuelapluma y con los intereses generales por encima de los privados, por muy legítimos que estos puedan parecer.
En los últimos años, sobre todo a partir de las obras del soterramiento, San Pedro vivió una transformación radical y en positivo, pero no puede decirse que haya sido una transformación indolora. Aquellas obras, con la travesía abierta en canal durante años, dejaron algo más que heridos en el tejido comercial de la ciudad.
Posteriormente, con la inauguración del bulevar, la zona vivió un momento de prosperidad que se tradujo en la apertura de comercios y en la revalorización de las propiedades que habían sido castigadas simultáneamente por la crisis y por las obras del soterramiento.
Ese momento de expansión, sin embargo, fue más efímero de lo que cabía desear. Parte del debate que ahora se abre sobre el proyecto de peatonalización del trazado sur de Marqués del Duero debería centrarse en los motivos por los que el auge que insinuó la apertura del bulevar no consiguió mantenerse en el tiempo y en si la reducción de dos a una de los carriles de circulación en esa arteria no tuvieron relación con ese frenazo.
Las posiciones a favor y en contra de la peatonalización están planteadas. Su principal impulsor, el teniente de alcalde, Rafael Piña, sostiene que es la mejor manera para que el comercio tradicional pueda adaptarse a las nuevas formas de consumo y por lo tanto atraer clientes que acudirían seducidos por un nuevo espacio de paseo.
Sin embargo, quienes de momento encabezan la oposición a la peatonalización completa son precisamente los comerciantes, que plantean, entre otras cuestiones, el hecho de que gran parte de Marqués del Duero ya es peatonal, las dificultades añadidas que supondría para la carga y descarga de todo el centro de San Pedro y el hecho de que los vecinos de las urbanizaciones de la zona se suelen desplazar en coche, por lo que la peatonalización total los disuadiría de acudir.
La controversia se resolverá en una consulta telemática en la que la última palabra la tendrán los vecinos. Pese a optar por esa forma de resolución, Piña no ha adoptado una actitud neutral. Opción Sampedreña ha anunciado que hará campaña por el ‘sí’ porque considera que se trata de la mejor solución para revitalizar el comercio.
OSP es el único partido que hasta el momento se ha decantado por una postura definida, ya que el otro que también se ha pronunciado sobre este asunto, Podemos, lo ha hecho para reclamar que se den a conocer los estudios técnicos que permitan a los ciudadanos opinar con fundamento, pero sin posicionarse sobre el fondo del asunto.
Entre quienes aún no se han decantado por una u otra opción está el Partido Popular. La alcaldesa, Ángeles Muñoz, ha eludido esta semana mostrar cuál es su postura aunque el perfil de quienes se oponen coincide en líneas generales con el de muchos de sus votantes en San Pedro. La posición del partido mayoritario del gobierno es incómoda, ya que por un lado no puede confrontar en un tema fundamental con sus socios y por el otro tampoco puede dejar desasistidos a sus votantes a un año de las elecciones y en un distrito donde, como sucede habitualmente, se acabará decidiendo el destino electoral de Marbella. Sobre todo cuando Ciudadanos, la fuerza política que amenaza con corroerle buena parte de su tarta electoral en todo el país, se ha apresurado a alinearse con los empresarios y comerciantes contrarios a la peatonalización.
El PP se enfrenta pues a una dicotomía que deberá resolver. De la respuesta que halle podrá deducirse cuál será su estrategia política para el resto del tiempo que aún queda de mandato. En juego puede haber mucho más que abrir una calle al tráfico o cerrarla y reservarla sólo para los peatones.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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