Amanecía Madrid con tintes de resaca, como mandan los buenos sábados. Y como no podía ser de otra manera, fue la calle Málaga la que nos acogió entre guitarras y amplificadores para conocer a Destino 48. Amantes de la música, combinan sus trabajos – ingeniero – o estudios con la pasión de hacer vibrar con sus acordes y letras a un público que cada vez se hace más numeroso. La sala Moby Dick fue testigo de uno de sus mejores conciertos, que fue el colofón de una jornada que sobre todo, sonó de maravilla.