Y entramos en la habitación. Tras la primera jornada, empezamos con jornada completa encerrados en la habitación 738, a la busqueda de ángulos y posiciones de cámara para que los actores se muevan con libertad (la que la cámara y el foco les permita). Hacer noche de día tiene su cosa, pero si además tenemos que jugar con saltos de vestuario, estados de ánimo, de rácord, de acción, de energía… ¡apaga y vámonos! Pero eso no ha pasado hasta que no se ha cumplido el plan de rodaje… en hora (y tocamos madera).
Esta película alterna momentos muy íntimos y de trabajo actoral, con otras más técnicas y movidas. Ahora tocan las de personajes y por supuesto que tiene su aquel. Cada plano, cada detalle, cada acción marca una evolución y una consecuencia en la trayectoria de Pablo (Rafa Castillo-Romero), Eva (Virginia DeMorata) y Saúl (Héctor Medina). Y estamos empezando, por lo que cada gesto y tono demanda luego una coherencia que justifique el resultado en su conjunto, sin espectadores quejicas (como yo) que discutan la continuidad de una vela.
Pablo y Eva hablan, discuten, conviven, se aman y se distancian. Y entre escena de cama (para dormir), podemos descubrir que se puede rodar a un intérprete acunado por los brazos de morfeo mientras rodamos un sueño largo profundo.
Para supervisar que todo cuadre (y sumarse al almuerzo del equipo), hemos tenido la visita de la coguionista Isa Sánchez (¡Pablo, te esperamos!), que ha podido comprobar en primera persona el “embolao” en el que nos hemos metido al poner en imágenes el mundo que Pablo Díaz y ella han escrito. El guión ha sido una de las grandes guerras de esta película. ¿Estamos haciendo género? Sí. Pero con personajes, no con clichés. El género tiene sus propios lugares comunes, pero los personajes pasan por una serie de vivencias en las que el espectador debe de comprender y sentir lo que los protagonistas viven. El trabajo de Pablo y de Isa ha sido dar un toque de humanidad y de autor a una estructura de género que es ya un clásico en el cine de suspense. Y me siento orgulloso al escuchar como cada miembro del equipo me comenta que leyó el guión de una tacada, sin soltarlo hasta el final.
Hoy ha sido además la primera jornada de Héctor Medina, Saúl, el vigilante del Resort Paraíso. Ya no existe la cresta de Carmona, ni la barba perfectamente perfilada, ni la mirada y los movimientos de pantera. Saúl es el lobo que cuida de las ovejas, y tras muchas horas de hablar de referentes en la preparación lo vemos por fin con su uniforme de guardia de seguridad… y el equipo disfruta con el magnetismo de Saúl en la pantalla.
Detallazo del día: ¡Las dos claquetas preparadas para el rodaje! ¡LUJAZO!
El paraíso nos ha regalado una dura pero fructífera jornada entre las paredes de una habitación que nos da pánico. Que nos trate tan bien como estos dos primeros días. Nota: en la foto de abajo me acompaña mi querida Leo (mi script desde Míchigan), mi copia del guión con storyboard, botellín de agua y tableta de paracetamol. ¡Que el otoño es muy traicionero!
