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Héctor Barbotta

Marbella blog

Chantajistas y rehenes

Esijn una pena que el corsé ideológico, o quizás una solidaridad mal entendida, impida a quienes representan a los trabajadores del comercio, la hostelería y los hoteles expresarse abiertamente acerca de la convocatoria de huelga para los días clave del turismo lanzada por los sindicatos de AENA. Es una pena, por ejemplo, que nadie haya hablado sobre el particular en representación de los trabajadores del hotel Los Monteros, que consiguieron evitar que ese establecimiento se hundiera, aguantaron un año sin cobrar hasta que apareció un empresario que se hizo cargo de la situación y ahora reman contracorriente para intentar que tanto esfuerzo por conservar su puesto de trabajo no acabe engullido por la crisis. Es una pena que ningún responsable de las centrales sindicales haya pensado que además de a los trabajadores de AENA representa también a los dependientes de los comercios del casco antiguo, a las limpiadoras de los hoteles o a los camareros de los restaurantes de Marbella.
Es posible que el chantaje de los sindicatos de AENA, que se dirige al Gobierno, pero toma como rehenes a empresarios y trabajadores del principal sector económico de este país, sea una invitación para preguntarse qué fraternidad une a los representantes sindicales de quienes trabajan en instituciones o empresas públicas con quienes lo hacen en el sector privado. Seguramente esa reflexión nos lleve a preguntarnos en qué parte del chantaje para mantener privilegios se encuentra la herencia histórica de las heroicas luchas obreras que alumbraron en su día el nacimiento de los sindicatos. También podríamos preguntarnos si es de recibo que se pretenda representar al mismo tiempo a unos y a otros -a quienes luchan por mantener el primer sector productivo de este país y a quienes les importa un comino apalearlo siempre y cuando consigan con sus golpes chupar una gota más de la escuálida teta del Estado- en aras de una supuesta unidad de los trabajadores que siempre parece solventarse en el sacrificio de los más débiles y el mantenimiento de las prerrogativas de los más privilegiados. A quienes piden un rescate al Gobierno para no secuestrar el turismo, y a sus rehenes. Si es posible representar al mismo tiempo a los verdugos y a las víctimas.
Es también una pena que el segundo órdago contra el turismo lanzado desde los aeropuertos, una vez superado el conflicto de los controladores, haya demostrado que el turismo como sector productivo apenas existe en la conciencia colectiva más allá de las fronteras de esta provincia. Que toda la indignación por el chantaje se haya centrado en la vulneración de los derechos de quienes quieren viajar, y que apenas marginalmente se haya mencionado el daño a la industria turística. Más aún, que ni siquiera se mencione al turismo como una industria.
Y es una pena también que esta noticia haya llegado en una semana en la que el temporal ha vuelto a cargarse las playas. Un problema condenado a ser crónico que también da en la línea de flotación de la industria de la que todos vivimos. La mejor fotografía para ilustrar que nadie parece tomarse esto en serio.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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