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Héctor Barbotta

Marbella blog

Los rusos y nosotros

Hay quien pudo pensar que el conflicto de Crimea nos quedaba muy lejos y que las categorías de la Guerra Fría siguen vigentes y que por lo tanto nuestro papel aún es el de hacer los coros cuando canta el solista americano. Incluso, que la guerra de sanciones entre Putin y la Unión Europa que tanto golpearon a los productores agrícolas no iban a tener repercusión en el turismo.
Es posible que también hayamos supuesto que la financiación de un estado terrorista a través de la venta de petróleo en los mercados clandestinos podía suponer una amenaza a nuestra seguridad que de todas formas nos cae de momento muy lejos –aunque la locura tenga un anhelo expansivo que llega hasta la recuperación de Al Andalus a sangre y fuego–, pero no a nuestros bolsillos y a nuestra intereses más inmediatos.
Sin embargo formamos parte de una red que se expande por todo el planeta, y lo que sucede en un rincón acaba sacudiendo los cimientos en el rincón más alejado. Generalmente, los cimientos que tiemblan en primer lugar son los más endebles, los menos asentados, los de base más frágil. Por ello posiblemente sea hora de que comencemos a preocuparnos y de prepararnos para un plan alternativo que de momento no se vislumbra en el horizonte: el gran mercado del Este en el que se habían recostado no ya esperanzas sino certezas en las cuentas de resultados de no pocas empresas turísticas e inmobiliarias de la Costa del Sol se tambalean. Y con él buena parte de nuestras expectativas de recuperación.
Se desconoce de momento cuáles pueden ser las consecuencias ecológicas de la jugada americana del fracking, aunque algunas previsiones ya asustan, pero en el plano de la política internacional el terremoto ya se ha producido. El precio del petróleo, ayudado también por los millones de barriles que los terroristas del Estado Islámico ponen en el mercado negro, se desploma pese a que no lo notemos en las gasolineras, y además de Venezuela e Irán el gran perjudicado es Rusia. Y con Rusia, sepámoslo, nosotros. El rublo se hunde junto con el petróleo, los millonarios rusos son menos millonarios y es probable que comiencen a pensar que irse de vacaciones a la Costa del Sol, no digamos ya comprarse una casa en Marbella, ya no sea una buena idea.
Hace ya algunos años que comprendimos que había que comenzar a recortar las trabas administrativas que impedían llegar a ese gran mercado de 140 millones de personas que busca en nuestro litoral sol, seguridad jurídica, servicios y colegios internacionales para sus hijos. Y justo ahora, que empezábamos a levantar barreras, la geopolítica internacional viene a recordarnos que vivimos en un mundo volátil donde nada es para siempre y que nos obliga periódicamente a replantearnos dónde estamos situados.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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