El primer día de rodaje terminamos una hora antes del plan previsto. El segundo, no. Ay… Estabamos todo el equipo esperando el chaparrón del día según nos avisaban en todas las previsiones, por lo que estábamos mentalizados para rodar en pleno diluvio universal, tratando de aprovechar el clima para el dramatismo de la historia en nuestro único día de exteriores fuera de la prisión. ¿El resultado? el llamado chiribiri malagueño. Esa nube que va y viene dejando huecos de sol y un goteillo imperceptible que te cala hasta los huesos. Pero… ¡hemos tirado planos! Así que tras preguntarme, ¿porqué salía tanto el sol? Me llegó la respuesta ipso facto: Por Maggie Civantos. Es imposible que ella llegue a un exterior tipo familia Adams y no salga el sol para iluminarla, para que brille, para crearle un halo de ángel a su alrededor. Y no es broma, dos planos con ella y dos solazos iluminándola. Ya lo decían The Temptation: “I got sunshine, on a cloudy day…”.
Y el resto del día ha sido para reencontrarme con viejos compañeros de batalla: David García-Intriago (astoriano de adopción bokerona que el pasado año mordió la manzana del Max con El Espejo Negro, y que acaba de estrenar ‘La venganza de Don Mendo’ con la misma compañía) y César Oliver (actor malagueño de adopción madrileña). De David solo puedo decir que da verdad y amor en todo lo que toca. Ya son muchas batallas, algunas muy duras, y David está ahí. Qué generoso es. Y de César tengo que confesar que me recordó cómo en nuestro primer trabajo le depilé el cuerpo sin querer a base de sirope/sangre secado en su cuerpo por los focos, y que en un corto de acción se accidentó con un corte en la frente dentro de una máquina de hacer palomitas, así que finalmente tenía todos los miedos del mundo cuando le dije que rodábamos en un aeropuerto. Como sabe arrancar esa sonrisa, el tío.
Y no puedo terminar este duro día de lluvia, sol, figuración, móviles supuestamente perdidos, storys temporalmente desaparecidos y paciente figuración (Gracias, papá. Gracias, Fernando. Gracias, amigos de la Asociación Arrabal), sin señalar la ayuda de Aena y de mi queridísima y maravillosa Pepa Villalobos, la “culpable” de conseguirme un escenario de ensueño para el comienzo de mi película; la infatigable disposición de Manolo Valenzuela haciendo grande a la Benemérita; el elegante y espectacular apoyo sobre ruedas de Fernando López; la colaboración de La Moraga Restaurante; la disposición de Ángel Herbella; y uno de los momentos más bonitos del día: el reencuentro y abrazo entre Leo (mi script) con “El Mákina” (un viejo conocido). Un abrazo Javier.
Un beso, equipo. Mañana más…
Enrique García