
Los pueblos del interior de la provincia de Málaga cifran en buena medida las esperanzas de su futuro en que los caminos que hasta ellos conducen no sean un impedimento para el desarrollo.
Periclitaron los vestigios ancestrales de la industria artesanal, la dedicación a la agricultura vino a menos, pero subsiste un tejido industrial importante que no hay que minimizar. Se mira con ilusión al turismo, empero, como ayuda inestimable para espantar el marasmo en que más de una veintena de pueblos dela Serraníade Ronda se ven sumidos.
Pero la llegada de visitantes exige una vía en condiciones y no una arteria que desanimo al más pintado. Es lo que ocurre con la carretera A-377 que viene siendo un hándicap para el despegue de pueblos como Cortes dela Frontera, Gaucín, Benarrabá, JImera de Líbar y Benalauría, entre otros, cuyos alcaldes si no en pie de guerra sin han afilado las lanzas contrala Juntade Andalucía por el estado casi intransitable en que se encuentra el citado vial.
Las últimas obras de reparación del trazado datan de tiempo inmemorial. En esto hacen hincapié los regidores que proclaman su descontento por la dejadez dela Juntademorando unas obras y dando largas a una penosa situación de la carretera, que además de obrar en detrimento de la economía de los pueblos limítrofes puede significar un riesgo serio para los que se ven obligados a transitarla.
Cortes de la Frontera, uno de los pueblos afectados por el estado de la A-377. Foto de Ayuntamiento.es