Hoy, con permiso de los seguidores de este blog, voy a cambiar la prosa por el verso. Sus orígenes se remontan a la época de la dominación musulmana, que después de la consiguiente repoblación pasó a llamarse “Puebla de Alfarnate”. Calles cortas y blanqueadas fachas que refulgen al contacto con el sol del mediodía son sus principales señas de identificación.
Eso y las estribaciones de las sierras de Alhama y del Jobo, en las que se yerguen desafiantes los montes Chamizo, Gallo y Vilo. A lo que hay que añadir la iglesia parroquial de Santa Ana y su esbelta torre mudéjar. Y, como no, las fiestas de moros y cristianos que con todo su arraigo y vistosidad cautiva a los visitantes que por allí se acercan en el mes de septiembre.
Foto:ventadealfarnate.com
ALFARNATE
Bajo toscos, ennegrecidos Puentes
que sobre el arroyo a la paz convidan,
las mozas moras de la Granada fuerte
lavan la ropa y sus penas disipan.
Ausencias lloran de moros bizarros
a los que por sus amores pertenecen;
que por la defensa de un señor bravo
a las huestes castellanas repelen.
Nació Alfarnate a los pies de Granada
salpicado de roquedales ásperos
que como madre tienen a Alhama,
que a todos abarca y tiende sus brazos.
Junto a los garbanzos, crece el almendro
y los olivos, vida dispensaron
a la ilustre Puebla de cristianos medro,
que luego hasta de un rey sería agrado.
Hasta la antigua venta, Luis Candelas
llega a caballo, extenuado y sediento,
y el ventero para que coma y beba
dispone pan, tocino y vino viejo.
¡Quemar aulagas enla Candelaria,
y en San Marcos honores al hornazo,
que ya llegará Septiembre y la magia
de la fiesta de moros y cristianos!