Puede que sobren miles de concejales, asesores y cargos digitales de quienes mandan por el momento en los consistorios de grandes y medianas ciudades de esta vilipendiada piel de toro.
Pero aquí no se han parado a pensar nuestros dirigentes nacionales – lo que prueba su alejamiento del día a día de lo que ocurre en miles de pueblos de escasa identidad demográfica-, que mucho más de la mitad de esos 8.000 ediles que las estadísticas dicen que existen en España no cobran absolutamente nada en su labor diaria encaminada a remediar los problemas de su pueblo.
Es algo que veo, por ejemplo, en los pueblos dela Serraníade Ronda y de esa dedicación, muchas veces abnegada (por la mañana cuidan humildes predios de olivar o huerto, trabajan de albañil o peón; los más atienden sus profesiones de fontanero, repartidor, quesero o panadero, y por la tarde acuden prestamente al consistorio o a las sesiones de plenos) sin el más mínimo emolumento.
Más que ganar estos concejales por su entrega al pueblo ven mermadas sus ganancias. Mi padre, un antiguo comerciante de Benaoján, cerraba el modesto comercio que nos daba de comer para atender sus deberes de concejalía sin cobrar nada. Doy fe de ello. Así que no sobran; es más, resultan totalmente necesarios. Que el Gobierno apunte en otra dirección, que en ésta yerra.
Foto. Un pleno en el Ayuntamiento de Benaoján( serranía.org)