Todos los veranos los fuegos originados fortuitamente, por imprudencia o con intencionalidad delictiva asolan España. Ningún entorno donde la vegetación sea abundante puede estar libre de ellos. Para solucionar el problema en este caso como en todos los que requieren actuación continuada y eficaz piensa uno había que empezar por la previsión.
Los campos y montes de media España y los de la Serranía de Ronda que son los que conozco más de cerca sufren de un abandono prolongado: no son rentables las siembras y apenas vagabundean por ellos animales domésticos que los mantenían libres de maleza y hojarasca.
Ya lo he dicho en otra ocasión: los rebaños de cabras son prácticamente inexistentes en nuestros montes. Resultan anacrónicos pero nunca dejarán de ser útiles para la salvaguarda de la vegetación. Desde la antigüedad se tenía como cosa segura que donde estos mamíferos rumiantes campaban no había peligro de fuego.
Por otra parte, la gente joven le dio las espaldas al campo ganada por el atractivo de las ciudades. ¿No se podría desde las más altas instancias gubernativas costear patrullas de gente desocupada para esa limpieza forestal tan necesaria en el momento oportuno? Aliviaríamos el paro y evitaríamos incendios destructores.
Foto/ Diario SUR