Se inaugura definitivamente la Plazade Toros dela Real Maestranzade Caballería – tras un desgraciado derrumbe que ocasionó diez muertos, el año anterior – y en albero abren el paseíllo Pepe Hillo y Pedro Romero. Cartel de lujo y nadie quiere perderse el espectáculo del matador de moda y, al lado, al paisano célebre, primero en bajarse del caballo y torear a pie, sentando las bases del toreo moderno.
“Más cornás da el hambre…”, se lee en el pedestal que sostiene la escultura de Pedro Romero en el Parque del Tajo, premisa que habla de las penalidades de los maestros de lidia antes de ser consagrados por la fama. Se erigió la estatua en 1954 – Pedro Romero, erguido, cita al morlaco, en un envite a la muerte para la eternidad – rememorándose el segundo centenario del nacimiento del torero. Desde esa fecha datan las corridas goyescas, en la Ronda septembrina que ahuyenta calores y tiende la mano al otoño, barruntado ya en la floresta alicaída dela Alameda.
Como no podía ser de otra forma, dado que la forja rondeña raya a gran altura en la ornamentación arquitectónica antigua de la ciudad, resalta en la Plazade Toros su entrada en la que luce un balconcillo y balaustrada de hierro con motivos taurinos que divide en dos entablamento y arquitrabe, coronados ambos con el frontón partido del más puro estilo neoclásico.
Pero la plaza más antigua de España – abrió sus puertas por primera vez en tiempos del desordenado Borbón, Fernando VII – y una de las más grandes –60 metrosde diámetro – guarda los motivos para el asombro en su interior. La piedra es el material constructivo y ornamental predominante. De piedra son las dobles arquerías que sostienen los dos cuerpos del tendido y que descansan sobre elegante columnata toscana también de piedra, como el arco con pináculos, escudo y frontón que corona la entrada del picadero.
Es una plaza que respira señorío, no en balde en el palco real no es raro que se siente algún miembro dela Casa Realdesde que en 1985 se abrió por primera vez para don Juan de Borbón. Y no se puede encontrar otro marco más apropiado para la corrida goyesca, el acontecimiento que convierte a Ronda centro del buen toreo, del toreo que creó escuela – el rondeño -, que fue el que consagraron familias taurómacas célebres como la de los Romero o la de los Ordóñez.
La goyesca, con repercusión internacional, aparte del festejo taurino en sí, convierte a las calles adyacentes a la plaza en pasarela por las que desfilan – glamour desbordado- políticos, folklóricas y famosos de la tele. Todos quieren estar en donde ese día y a esa hora hay que estar.
Este año un atractivo cartel: Francisco Rivera, El Fandi y Alejandro Talavante María Manzanares hijo. En los chiqueros, toros de la ganadería de Núñez de Cuvillo.
Antonio Ordóñez, valedor en vida del festejo, se parapeta, verde y oro, tras una imposible barrera de cielo y estrellas. Muerde el capote, en espera de que salte a la arena el primer toro de la tarde.
Foto/ Diario SUR
Categoría: actualidad rondeña. Superior.