Respondió el pueblo malagueño, también lo hizo el rondeño, como no podía ser de otro modo.La GranRecogidade alimentos para endulzar en lo que cabe a los menesterosos en estos días tan significativos del calendario festivo ha sido todo un éxito. Una respuesta masiva ha ido llenado gigantescas cajas de cartón colocadas en los grandes supermercados hasta llegar no a la cantidad de kilos propuesta como objetivo, sino a superarla con creces: las 150 toneladas pretendidas en un principio acabarán en 250, gracias a la masiva respuesta de quienes han tenido a bien no desoír la postulación.
La solidaridad, entendida como actitud de adhesión circunstancial a la causa o empresa de otros, ha funcionado sin cortapisas. No ha sido insensible la población a un drama, que a veces termina en tragedia, como es la hambruna que tiende sus tentáculos en buena parte y que para verla no hay que contemplar fotos de otros continentes, ni de otros países, ni siquiera de otras regiones del país. Se encuentra en la misma ciudad en la que se habita, incluso en el mismo barrio o calle.
¿Quién no ha se visto sorprendido por una imagen insólita como la que ofrece alguien, no necesariamente vestido con harapos, rebuscando en los contenedores de la basura los restos de comidas de otros o los que depositan los grandes almacenes de alimentación con artículos caducados? ¿Quién no ha visto alguno de los centenares de personas que duermen sin techo, abrigados por mantas deshilachadas en el habitáculo de un cajero de banco?
Bien venidas sean estas benditas recogidas, que gracias, todo hay que decirlo, a los voluntarios que las sirven con un encomio que estamos obligados a reconocer y que han servido para remover las conciencias solidarias de Málaga. Que vayan aprendiendo los gordillos y cañameros cómo hay que hay que hacer las cosas para que de verdad obtengan un espléndido resultado sin tener que atemorizar a las cajeras de turno.