No se pensaba que se pudiera llegar a la cifra redonda y contundente de los cinco millones. Pero el paro ha superado ese fatídico tope. Y lo que te rondaré, morena, porque vamos caminos de los cinco millones y medio de desempleados en España. Acaba de confirmarlola Encuestade Población Activa (EPA) con toda la crudeza que significa el último recuento efectuado. Málaga, la provincia andaluza en la que más crece el desempleo.
Una cifra histórica que debería llevar a muchos al sonrojo. Millones de personas a las que se les cerraron las puertas de la empresa propia o extraña que durante años atravesó en busca del sustento de cada día suyo y de su familia. Para algunos se cerraron años ha, para otros acaban de hacerlo ahora; unos con el gran interrogante ya mil veces formulado, otros los que se le unen y que ahora se hacen la gran pregunta, de imposible respuestas: qué pueden hacer con sus vidas zaheridas por el paro, por la negación de un puesto de trabajo que más pronto que tarde les aherroja a la miseria, a una situación límite ni buscada ni querida, pero inexorablemente perversa.
Las miradas se vuelven hacia el Gobierno, el cual ya hace un año que tomó las riendas del devenir de este país, con muy buenos propósitos, hay que admitirlo, pero que no ha sabido, como se esperaba, poner coto a esta lacra que como una herida mal curada no cesa de sangrar.
Por los que se quedaron sin la asignación mensual que les permitía sortear la sucesión de meses, que vienen siendo catastrófico por una crisis que es el rayo que no cesa, resbala como papel mojado el artículo 35 dela Constituciónque nos dimos: “Todos lo españoles tienen el deber de trabajar y el derecho a trabajar…”
Un año es suficiente, por mucho que digan lo contrario, para que una reforma laboral que se anunció como eficaz, empezara a dar sus frutos. Pero no ha sido así; de ahí el crujir de dientes de quienes prestaron su voto ganados por unas promesas que no han cuajado y por lo que se sienten poco menos que burlados.
Gráfico: Diario SUR