Foto: Manifestación de pensionistas (Ine.es)
Por mucho que la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, afirme que, alardeando del buen hacer del PP, el futuro de las pensiones está garantizado en España, los pensionistas que por lo edad somos perros viejos y nos lanzan piedras de todas partes, estamos con la mosca detrás de la oreja.
Se nos antoja, muy a nuestro pesar, que las cosas tal como van no pintan del todo bien para nuestros intereses, que son los de quienes han trabajado toda la vida con la esperanza de un mediano pesar llegado el momento que ya ve la senda del ocaso vital. El panorama que se brinda a nuestros ya cansados ojos – iba a decir lacrimosos, pero no quiero pecar de demasiado derrotismo – es que el alargamiento de la esperanza de vida obra en detrimento de la viabilidad del sistema. Que nos empeñamos en no abandonar este mundo por muy ingrato y cruel que se nos antoje, aunque haya quien a la chita callando quiera darnos el pasaporte para el otro mundo más temprano que tarde.
A lo que iba: es éste de las pensiones un problema arduo que para solucionarlo tendrán que darse la mano los dos principales partidos dentro del ámbito nacional; en otras palabras, éstas inquiriendo: ¿Para cuando un pacto de Estado que aborde la cuestión para muchos inaplazable? ¿Seguirán PP y PSOE en este peliagudo asunto tirándose los tiestos a la cabeza sin dar satisfacción a quienes sufren en sus carnes, como ocurre con sanitarios, profesores, alumnos, emprendedores y jóvenes en paro, abocados a una situación tan adversa como exasperante?
Que se apeen las dos formaciones políticas de sus diferencias y que se pongan a trabajar codo con codo para dar cumplida solución a lo que amenaza, de no atajarse a tiempo, con un quebrantamiento social de imprevisibles consecuencias. En caso contrario, no se sorprendan por el distanciamiento que la ciudadanía manifiesta sobre los políticos. Seguirán ocupando un puesto señero, en todo lo alto de la lista, de sus desafectos.