Lo sospechábamos porque quien más o quien menos se ha sobrecogido en la calle viendo a niños de corta edad o mozalbetes hurgar en los contenedores de basura en busca del mendrugo de pan desechado o la conserva caducada de algún “super” cercano.
Pero para quienes este sangrante drama les pase desapercibido ahí está el informe de UNICEF que ha visto la luz con ocasión de celebrarse el pasado jueves el Día Universal del Niño y al que no se le deberían poner oídos sordos: en España superan los dos millones los niños que se mantienen por debajo del umbral de la pobreza. Otra terrible secuela de la crisis económica que nos agobia y que no se le ve el final por mucho que Rajoy y sus conmilitones afirmen que se está saliendo del lóbrego túnel. No mientras estas escenas callejeras de chavales mendicantes no desaparezcan, las cuales también se observan en Málaga y la provincia.
Estos niños, que en su mayoría corresponden a familias monoparentales o desestructuradas o no van al colegio o van sin desayunar y sin los más elementales hábitos de aseo, lo que no deja de comportar repercusiones tanto psicológicas como sociales.
Este mal, endémico ya, está llamando la atención de organismos que se ocupan de la defensa de los más desfavorecidos, como el Tribunal de Derechos Humanos del Consejo de Europa, máxima autoridad judicial para la garantía de los derechos humanos y libertades fundamentales en toda Europa, (el mismo que se ha mostrados inflexible en la derogación de la “Doctrina Parot”, pero esa es otra cuestión). “Los recortes efectuados en presupuestos sociales, educativos y de alud han conducido al preocupante incremento de la pobreza de las familias en España”, eso es lo que ha dicho sin pelos en la lengua Nils Muiznieks,el comisario que nos visitó días atrás.
Por otro lado, Cáritas acaba de a nunciar en otro informe demoledor que en España alrededor de 40.000 personas viven en la calle, si a eso se le puede llamar vivir, y que tres millones de familias viven en situaciones lastimosas “en hogar, pero sin techo”, a saber, que poseen una infravivienda o una vivienda infamante.
Sombrío panorama los que no dibujan estos informes lacerantes que habría que tener muy presentes en los días bullangueros y de felicidad próximos de los hogares confortables y mesas bien abastecidas, sin ánimo de amargárselos a nadie, dicho sea de paso.

Fotos: elmudogirado.es