El economista inglés Thomas Robert Malthus, cuando el siglo XVIII tocaba a su final, publicó una obra (Ensayo sobre el principio de la población) que pensamos mantiene hasta hoy cabal sustancia, sobre todo la Ley que en ella expuso y que ocasionó no pocas diatribas. Vino a decir que la desigualdad económica patente en el mundo que le tocó vivir en el que la pobreza y las clases menesterosas abundaban en buena parte de sus congéneres, se debía al crecimiento desaforado de la población frente a la escasez de recursos imperantes.
Sin embargo, las teorías de este pensador, rompedor en su tiempo, iban por unos derroteros que en nada se pueden compartir. Creía que la pobreza es una ley natural y que nada se puede hacer para erradicarla. Sus conclusiones, empero, para extirparla dejan de ser humanitarias y tienen mucho de execrables.
Pero sí, tenía razón en la premisa de su obra. Le da la razón el hecho de que estudios demográficos recientes apuntan a que en el año 2050 para alimentar a los 9.000 millones de habitantes que se esperan en esta sufrida Tierra será necesario incrementar la producción de alimentos un 70%, algo que queda día parece menos alcanzable si se tiene en cuenta que las materias primas escasean, circunstancia a la que habría que añadir el hecho del calentamiento global que sigue, por la inercia de quienes debían frenarlo, imparable.
El Informe Sobre la Pobreza Rural que acaba de publicar el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) es taxativo: más de la mitad de los habitantes del Globo permanecen en zonas rurales, lejos de las ciudades y de sus áreas de influencias.
La solución a esta pobreza enquistada pasa por la necesidad de que los gobiernos de turnos se conciencien de la necesidad de que las inversiones lleguen a los pueblos de estas zonas desfavorecidas facilitando a sus habitantes el logro de una vida si no holgada sí digna, lo que evitaría de paso el abandono de las tierras de labrantío y el éxodo masivo consecuente a lugares como las ciudades en pos de una pretendida mejora, que no siempre es real. Viene ocurriendo en pueblos del interior malagueño (caso de la Serranía de Ronda, que conozco bien).
Alimentamos la población desmesurada que está en puertas, pero para lograrlo habrá que sustentar como es debido a la población agraria, condición sine qua non para lograr ese objetivo último, el mismo que no deberían pasar por alto los políticos que nos rigen.
Foto: Diario SUR
Categoría: Hambre