El secretario general del Partido Andalucista de Ronda no se anda con chiquitas, como decimos en la Serranía, a la hora de criticar a las administraciones públicas que, a su parecer, dan de lado a Ronda a la hora de realizar inversiones en Andalucía. Acaba de mostrarse contundente contra la Junta al observar que en los presupuestos para el 2014 no aparecen por ningún lado ni la más mínima partida destinada a cambiar el cariz de las comunicaciones que circunvalan a la ciudad del Tajo o que pueden permitir un más atractivo y seguro acercamiento a ella, así como facilitar un nexo de unión con el resto de la red vial que la une con otras ciudades, sobre todo con la capital malagueña.
Sergio Flores no solo se ha mostrado enérgicamente crítico con los mandamases de la Comunidad Autónoma, quienes al obviar inversiones en infraestructuras viarias en la zona rondeña crean un agravio comparativo con otras demarcaciones provinciales ahondando en un secular deterioro vial que viene perjudicando su desarrollo económico y social. También lo ha hecho sin pelos en la lengua para poner de relieve la pasividad de los rondeños que ven cómo se les priva de algo tan crucial como la mejora de las carreteras, cuyo estado, en buena medida, dejan mucho que desear.
Reclama la participación activa ciudadana en el empeño de optimizar las vías maltrechas reclamando una atención propicia para que Ronda pueda optar a títulos honoríficos y legados como, por ejemplo, los concedidos por la UNESCO como Bien declarado de Patrimonio de la Humanidad, para lo cual se exige al país y a la ciudad en cuestión “un incremento de imaginación, preocupaciones y gastos para conseguir su protección y defensa” (Convención de Paris, 1972). O sea, que las maravillas monumentales que encierra constituyan el punto final de un periplo por calzadas decorosas y suficientes.
Ser quiere encauzar la opinión pública a requerir este Bien que la ciudad del Tajo necesita imperiosamente y se impone la necesidad de que se alcen cuantas más voces mejor; pero quizás la apatía proceda de tenerse poca fe en que los políticos aúnen esfuerzos pare encauzar el clamor popular para lograr el fin. Puede que por ello se muestren impasibles y no haya nada que objetar a la pachorra rondeña.
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