Se podía decir más alto pero no más claro. La alcaldesa de Ronda, María Paz Fernández, poniendo por delante que no desea mostrarse beligerante con la Junta de Andalucía ni contra el PSOE, acaba de traer a colación las obras de nunca acabar de los accesos a Ronda. Suspendidos sine die hace ya la friolera de dos años, o sea que tamaño despropósito no viene de ayer precisamente, ha querido poner los puntos sobre las ies en un asunto que para la población no deja de ser tan embarazoso como problemático.
Sale, of course, en defensa de la vecindad que no acaba de ver con buenos ojos cómo se dilata en el tiempo un despecho de la Administración Autónoma de Andalucía, el cual obra en detrimento del aspecto de Ronda, algo en lo que se cifra la atracción de la ciudad para la ingente cantidad de turistas que la visitan y de rebote se dejan caer en la Serranía de Ronda y los caseríos que le dan forma y cartas de naturaleza.
Pero no es solamente la deplorable imagen que puede presentar a quienes se acerquen por primera vez a la ciudad del Tajo, sino que no se puede pasar por alto el riesgo potencial que representan unas comunicaciones altamente deficientes, como muy razonablemente ha denunciado la primera edil sin que le tiemble el pulso a la Junta, la cual hasta ahora no ha prestado sino oídos sordos a las reclamaciones insistentes del Ayuntamiento a este tenor.
Ronda viene luchando denodadamente por conseguir de la UNESCO el título de Patrimonio de la Humanidad. Días atrás, Antonio Garrido, nombrado con todo merecimiento Hijo Adoptivo de la Ciudad, dejó caer en su discurso que, ajena al espaldarazo del Organismo Internacional, “esta ciudad ya es patrimonio de la humanidad”. Y lo es, y esto lo decimos nosotros, por el prestigio que gozan en medio mundo los monumentos debidos a la Naturaleza y a la mano del hombre que encierra, amén de su vasto patrimonio histórico y cultural.
Pero no estaría de más que cada uno siguiera aportando su granito de arena para que el reconocimiento mundial se hiciera patente oficialmente más temprano que tarde. La alcaldesa llama a los diferentes colectivos rondeños a la acción y no se tendrá por menos secundar su requerimiento, empezando por apremiar a la Junta que cumpla con sus competencias encomendadas. Los dardos incisivos de la regidora parecen justificados.