Si ya aventurábamos que sería descomedido lo que los nacionalistas catalanes habrían de exigir si se desgajaran del resto de España se nos escapaba una demanda que nadie hasta ahora había sospechado por lo abracadabrante y pintoresca, que de ambas alucinaciones participa.
Ya se perfila el mapa y la línea divisoria: hasta aquí Cataluña y desde aquí España. Pero no es sólo eso, es que ya se reivindican posesiones que hasta ahora indiscutiblemente pertenecían al Estado español pero que ahora las señalan como usurpaciones. Ver para creer.
Asómbrense ustedes, que la cosa no es para menos. No se quedan cortos en reclamar y se ha llegado hasta incluir en un posible reparto de bienes las riquezas artísticas que encierra el Museo del Prado. Ni cortos ni perezosos reclaman para su acervo cultural nada menos que el lienzo de `Las Meninas´, o la familia del rey Felipe IV, de Velázquez, uno de los de mayor tamaño que perfilara el pintor sevillano del siglo XVII. Y digo yo, ¿por que no `El entierro del conde Orgaz´ de El Greco, o el Dos de mayo de Goya? Ya puestos a pedir…
El irreductible Mas acaba de anunciar al mismo tiempo que su partido reclama la posesión de Las Meninas su intención de proclamar la independencia de Cataluña de forma unilateral, algo que ni de lejos se contempla en la Constitución de 1978. Pero ya vemos que este personaje se pasa las leyes que conciernen a la decisión de llevar a cabo la consulta soberanista por los forros…de la chaqueta.
A esta destartalada idea de reclamar un cuadro de un pintor que jamás pisó 4el suelo catalán siguieron otras andanadas no menos disparatadas, entre ellas la de la creación de hacienda propia para lo que se anuncian la convocatoria de miles de plazas para atender el régimen tributario propio, junto con la perla de exigir conocimientos del habla, la historia y la cultura catalana para obtener el pasaporte catalán.
A nadie se le escapa que, argumentando como lo está haciendo ahora por lo que ocurre en otras latitudes europeas- Ucrania y Crimea- que la independencia puede ser posible el político catalán está cruzando todas las líneas rojas habidas y por haber. La actitud displicente del Gobierno central, aparte de las diatribas del ministro de Exteriores Margallo contra la actitud irascible de los nacionalistas, no abona el mantenimiento de una actitud firme que haga a Mas bajarse del caballo de la impostura.