Las citas electorales de 2015 que están a la vuelta de la esquina obligan. El partido que hoy rige nuestros destinos y cuyos postulados germinan y florecen en la sede de la madrileña calle de Génova, 13, decidió propugnar reformas vigentes en el ordenamiento legislativo y postergar leyes que ya obtuvieron el beneplácito en sede parlamentaria.
Proclama que en los pueblos y ciudades del país serán alcaldes los que encabecen las listas más votadas, exige la reducción de los aforados (de más de 17.000 pasarán a solo 22(los Reyes, los presidentes del Congreso y el Senado y los de las Comunidades Autónomas, el ministro Alberto Ruiz Gallardon, dixit), y se aplaza `sine die´ la ley del aborto, cuyo proyecto el responsable de Justicia sacó adelante en la Cámara Baja, apuntándonse un notable tanto a su favor.Ahora anda el hombre cariacontecido porque el imperturbable Rajoy, que jamás echa en saco roto las proposiciones de su mentor Pedro Arriola, teme que esta última propuesta mine aún más la de por si ya erosionada cantera de votos.
Esta cuestión última sin embargo no es de fácil resolución. De salir adelante la multitud de quienes abogaron a voz en grito por el aborto, que se confundía con la libertad de la mujer para decidir sobre su vida según la doctrina que pergeñó la exministra socialista Bibiana Aído años atrás de infausta memoria, no cabe la menor duda de que le sumará algunos votos tal vez de una izquierda que no comulga con una decisión contraria.
Pero lo que parece incuestionable es que los perderá a raudales los provenientes de los sectores tradicionalmente conservadores que esgrimen el derecho a la vida de los nasciturus. ¿Cómo contentar a unos y otros? That´s de question, que dijo el personaje shaquesperiano sumido en un mar de dudas existenciales. O sea, en romance paladino ¿Qué se ha de hacer? Difícil lo tienen.
La lucha por la recuperación del voto emigrado, algo que se hizo palmario en los comicios europeos últimos, es una ingente labor en la que los peperos se hayan sumidos. Tendrán que hilar muy fino para hacer a los que huyeron en desbanda que vuelvan al redil. De ahí que no extraña que desentierren antiguas propuestas y anuncien o aparquen otras a conveniencia. “Da el sartenazo, quien tiene la sartén por el mango”, que dicen en la Serranía de Ronda los viejos del lugar.