Se burlan de nosotros
Descaradamente, pero envolviendo su estulticia y mofa en adusto tono, los líderes políticos y sus adláteres del momento tratan de convencernos que la culpa de colocar a España en el despeñadero son sus oponentes y no ellos mismos. Se ríen de nosotros impúdicamente. Nos consideran a los ciudadanos hechos y derechos como niños a los que se les puede engañar una y otra vez sin el menor comedimiento. Están convencidos que somos la plebe cuyos afanes se pueden atropellar sin menoscabo propio. Les importa un ardite que estemos asomados al precipicio mientras ellos se afanan en salvar sus lindos culos (con perdón).
No se ve salida plausible a una situación que nosotros los humillados votantes no hemos creado sino aquellos que por nuestra voluntad ascendieron a lugares preeminentes de la política española para regir nuestro destino, éste del que ahora ellos hacen escarnio.
Ya se han levantado voces, entre ellas la de viejos jerarcas del PSOE, caso de Felipe González, quien aboga por descabezar – con otras palabras, por supuesto – de las listas de unas muy posibles elecciones a quienes hasta ahora figuraron en primera línea. Porque son ellos los que de manera torpe y artera, mirándose al propio ombligo, están obstaculizando que tengamos gobierno que venga a reconducir la trayectoria de la situación, que con todas las consecuencias, aciagas en demasía, si no nos sacuden ya no es inverosímil que lo hagan más pronto que tarde.
Que se vayan con viento fresco por no haber sabido o querido sacarnos las castañas del fuego, cada uno con su cantinela que ya nos aburre o la obstinación rayana ya en el desatino, o que se les obligue a concurrir a un cónclave a puertas cerrada a cal y canto sin que puedan salir a respirar aire fresco hasta la consecución de un acuerdo.
De continuar en sus treces harto les va resultar hacernos acudir a unas nuevas citas con las urnas, sabedores de que unos nuevos comicios no arrojarían cambios substanciales como para enderezar la situación que ya se desliza por senderos insondables, que no es preciso repetir por ser de todos en demasía conocidos.