Ganas de amargarnos el día
Es de suponer que no haya peligro inminente, pero a sabiendas de ello no deja de ser preocupante que la Asociación Española de Ingeniería Sísmica, de la mano de la Diputación Provincial, haya editado un mapa en el que se detalla la peligrosidad sísmica a la que están expuestas buena parte de las comarcas y pueblos de Málaga. Más de una veintena de municipios aparecen en el susodicho mapa y la verdad es que, no es que haya intranquilizado en demasía a sus ocupantes, pero sí que han puesto un punto de preocupación en sus existencias dado los catastróficos resultados que se desprenden de un terremoto sobre todo si es de gran magnitud.
Ya sabemos que un movimiento sísmico obedece por la repentina liberación de energía acumulada durante un largo tiempo. Las placas tectónicas se deslizan y encabritan, por decirlo de forma llana, y como resultado del encontronazo de unas contra otras, originan una eclosión que produce cambios sustanciales en la topografía más próxima. A grandes rasgos este es el mecanismo de los terremotos que serás de mayor o menor envergadura, algo que se mide por la archisabida escala Richter que señala, entre movimientos apenas perceptibles y destrucción total allí donde hace repentino acto de presencia.
Las placas tectónicas se acomodan, según los expertos en sismología- una ciencia desconocida hasta hace pocas décadas-, en un período que abarca millones de años y que fueron dando forma a la superficie de nuestro planeta que hoy conocemos. Dislocadas estas placas por fenómenos naturales, la tensión provocada está en la raíz de los terremotos que sacuden al mundo en cualquiera de sus ámbitos y cuyos efectos contemplados aunque sean distancia no dejan de espeluznarnos.
Siglos atrás se consideraban como un castigo al hombre por rebelarse contra la divinidad. Hoy sabemos que obedecen a movimientos sísmicos imprevisibles. En mi pueblo de la Serranía de Ronda, los más viejos del lugar conocen la sacudida terrestre anómala como “movimiento de la Tierra”. No está lejos su apreciación de la realidad.
La cuestión es que esta previsión que ahora se nos hace y que recae en más de una veintena de municipios malagueños no puede por menos de ser alarmante, sobre todo, porque nada se puede hacer al respecto y solo toca esperar que cuando estas sacudidas nos lleguen se sitúen en la tabla más baja de la escala de Richter, a saber, las que nos hace sentirla pero sin causar daños importantes al entorno.
Con todo el anuncio que se nos hace no deja, como digo de alarmarnos un tanto. Otra cosa sería que junto a estas predicciones se nos advirtiera con tiempo de cómo esquivar las convulsiones. Pero se nos antoja que esto sería pedirles peras al olmo. Nos amargan un tanto la jornada, pero es lo que hay y habremos de conformarnos más o menos sumidos en la incertidumbre.