Rajoy magnánimo
El presidente del Gobierno no deja de sorprendernos cada día con alguna de las múltiples facetas de su personalidad. Se nos muestra en sus alocuciones ya sea en el Congreso, ya a su salida del hemiciclo, o en cualquiera de sus apariciones públicas ante los medios informativos, haciendo gala unas veces de su ironía y otras de su retranca que no pocas veces desarma a sus adversarios más acérrimos. Es esa una virtud suya que no deja de ser loable y que no tiene por menos que ratificar su talante de político de raza. Ahora lo que ha venido a decir de manera más circunspecta es que se van destinar 4.200 millones de euros a paliar y promover infraestructuras viales en Cataluña. Pero esta vez la afirmación ha sido concisa y sin rasgos de la menor reticencia. O sea que va en serio y se ha quedado tan pancho, eso sí sin hacer gala de su flema característica, con la que ha pillado con el pie cambiado a los principales responsables de los partidos catalanes desde Convergencia i Unió hasta Ciutadans pasando por el PSA y Esquerra Republicana …, y de paso a los ciudadanos catalanes que enarbolan cada día la bandera del independentismo y la ruptura brusca y sin paliativos con España. No podía ser mejor respuesta a los escraches que el independentismo catalán ha venido organizando como protesta ante la sede de los populares en Ciudad Condal.
¿Amortiguará esta decisión dadivosa del presidente del Gobierno las diatribas que se suceden cada día en el suelo catalán reclamando un Estado independiente? No lo creemos: continuarán las protestas y las afirmaciones de los dirigentes políticos en pos de la celebración de ese ansiado referendo que propugnan a voz en grito. Los empresarios catalanes, con la mosca tras la oreja por el anuncio de Rajoy de inversiones millonarias en la región, asintieron en la necesidad pero con la condición de que éstas fuesen más temprano que tarde y con la salvedad de que los compromisos “hay que cumplirlos”. Presumen, y así lo afirman, de conocer a Rajoy y sus compromisos que no llegan a cumplirse con la celeridad requerida o que se posponen en el tiempo sine die.
Sea como fuere, esta lluvia de millones que el presidente de los populares anuncia para Cataluña, no tenía por menos que incomodar a los mandamases del resto de las regiones españolas y, por ende, a la ciudadanía de cada lugar. Que levante el dedo cada presidente de Comunidad Autónoma que esté satisfecho con la situación de sus infraestructuras. Seguramente nadie lo hará porque en buena medida son insuficientes u obsoletas. Para muestra un botón en lo que toca a Andalucía: en la provincia de Granada no es que las vías ferroviarias sean deficientes es que a la capital no llega ni un solo tren. Y más cercano al territorio en el que me muevo habitualmente, el tendido ferroviario que une Algeciras con Bobadilla y Málaga adolece lleva años esperando mejoras y éstas no acaban de llegar de ninguna manera.
Quedan las regiones que adolecen de la magnanimidad del papá Estado en espera de que se acuerden de ellas. Con un palmo de narices.