“… y no hubo nada”, o un Rajoy inconmovible
JOSÉ BECERRA
No se arredra el presidente del Gobierno ante los tropiezos que vienen jalonando el andar reciente de su partido. Es como si las corruptelas de algunos de sus gerifaltes no hiciesen la menor mella en su persona, ni por supuesto en su semblante. Van cayendo los otrora halcones del PP madrileño por sus desmanes pero él se mantiene incólume como si nada tuviese que ver con aquéllos. Genio y figura que decimos los castellanos parlantes (y piel de paquidermo como acaba de reconocer en él su homóloga alemana Angela Merkel), cuando vemos cómo sabe capear el temporal que abate a su partido sin torcer el gesto y como si la cosa con él no fuera. Está a punto de sacar a flote, si es que no lo ha hecho ya, los Presupuestos de 2017; eso sí, prometiendo el oro y el moro al diputado Quevedo de Nueva Canaria, al mismo tiempo que obsequia con desparpajo al PNV con la friolera de 1.400 millones, a sabiendas que con el dinero baila el perro. Que algunas dádivas se imponen para lograr resultados imposibles.
No le arredran los traspiés de los presuntos golfos de su partido, ya entre rejas en la prisión de Soto del Real, y asombra la capacidad de este político de raza de sortear los escollos del camino haciendo caso omiso a las diatribas y baladronadas de las formaciones políticas que lanzan contra él dardos envenenados un día sí y otro también.
Sabe capear el mar de los Sargazos (un océano para los marinos avezados, sinónimo de muerte y desesperación) en los que ahora se mueve el PP, haciendo hincapié, y sus adláteres más cercanos hacen lo propio, en lo que para ellos resulta incuestionable: no todo es corrupción en el partido.
Se suceden en estos días los dardos hirientes contra el Partido Popular de Madrid y de rechazo contra toda la formación política en el ámbito nacional. Creemos que es una exageración. Porque algunos políticos corruptos, escudados tras las siglas del partido ahora puesto en la picota, hayan abusado de la confianza en ellos depositadas no es necesariamente dar por hecho una corrupción generalizada en aquél. Tampoco es justo creer que las tropelías en otros partidos empañen la trayectoria de políticos honrados y fieles cumplidores de su deber, caso del PSOE u otras formaciones políticas en el candelero, dicho sea esto de paso.
Juega a favor de los populares la creciente creación de empleo – en abril la mayor caída mensual del paro de la historia – y a remontada evidente de la economía en el país. Tal vez por ello Rajoy saque pecho y se muestre impasible en grado sumo ante el acoso y derribo de quienes como Pablo Iglesias y sus conmilitones de Podemos le lancen sin parar dardos envenados.
Un Rajoy en estado puro que como el caballero del que hablaba Cervantes, ante el túmulo de Felipe II, rezongaba tranquilamente y sin aspavientos aquello de: “Y luego, incontinente caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada”.