Foto:Diario SUR
Ronda Romántica, hechizo de la vuelta al pasado
JOSÉ BECERRA
Se abrió la V edición de Ronda Romántica y para ello se tuvo la suerte de contar con el actor Manuel Bandera para pronunciar el pregón de apertura ataviado a la usanza que requería el caso: a la bandolera, como el resto de los que se reunieron en el Convento de Santo Domingo para dar el pistoletazo de salida al evento.
Si la Real Feria de Ganado de Mayo es la de la exposición intensiva de ganados y las transacciones consiguientes con el tira y afloja consiguiente entre el que compra y vende dando pie a unas imágenes que hablan por sí solas de la reciedumbre de estas transacciones a plein air, o sea en mitad del campo, cuando no a la sombra de un tabuco en los que paladear un vinillo serrano que alegra y aligera el habla contumaz tanto del que vende como el del que compra, la que conmemora la Ronda Romántica persigue otros fines e intervienen otros personajes no menos interesantes y que vienen dando lustre a la historiografía local de los dos últimos siglos. Se celebra sin solución de continuidad a la ganadera, cuando no se entremezcla con aquélla y los actos de una y otra tienen lugar al unísono para regocijo de quienes se aproximan a la ciudad del Tajo durante los finales días de mayo. Este año desde el día 25 al 28, para más señas.
Bandoleros y arrieros, ataviados a la antigua usanza, recordarán a los que animaron los inextricables caminos de la Serranía de Ronda de antaño. Vestidos a la antigua usanza, prestarán color y prestancia a una feria, que junto a la ganadera coloca a la ciudad con preferencia en el candelero de las festividades que en el mes de mayo afloran a lo largo y ancho de la geografía española. Se exalta la figura del Majo Rondeño que recupera la vestimenta del siglo XVIII en un alarde de reverdecer lo genuinamente español y la indiferencia de las modas que nos venían del exterior. Una reacción casticista a las indumentarias ajenas y de exaltación de las propias, la cuales se extendieron por todo el solar andaluz como una eclosión que tuvo como epicentro la Serranía de Ronda y el Campo de Gibraltar.
En las señas de identidad de la Serranía de Ronda, tan extensas ellas como determinantes de la idiosincrasia de sus pueblos, figuran con preeminencia la figura del bandolero decimonónico. La particular orografía de la región, abrupta y poco transitable, facilitó la existencia de quienes perseguidos por la justicia buscaron en sus recovecos protección para sus borrascosas vidas. Por aquí deambularon figuras tan tristemente célebres como José Ulloa “Tragabuches”, Juan Mingolla “Pasos Largos”, o José María “El Tempranillo”, que aquí comenzó sus andanzas antes de dar el salto a Sierra Morena para formar parte de la célebre banda “Los Siete Niños de Écija” que camparon a sus anchas por toda Andalucía.
Los escritores románticos quedaron anonadados con la contemplación de “estas tierras grandiosas”. Coinciden en afirmar, trasladando a los lectores esta apreciación, su atractivo peculiar y les invitan a que vengan a visitarla no importa desde qué rincón de Europa. Fue el suyo un regalo descriptivo que nunca agradeceremos bastante. Desfiladeros imponentes y majestuosas sierras no les asustaban, sino que como afirma la viajera Madame de Suberwick (que también hubo damas viajeras que se dejaron ganar por el bravío paisaje que contemplaban), afirmó que “parajes más que asustarle le cautivaban”. De la misma opinión es Richard Ford, posiblemente el viajero más conocido por sus antiguas guías de viaje por España.
Ronda, que tiene mucho que ofrecer, ahí están los monumentos naturales – el Tajo, símbolo que la catapulta tanto al interior del país como allende fronteras – como debido a la mano del hombre- Puente Nuevo, vetustos conventos, suntuosas iglesias, palacios y casas solariegas cargadas de años e historia… – solo tendrá que poner en juego sus encantos para que lleguen a todas las latitudes.
Con un valor añadido, el del interior comarcal – pueblos blancos alineados a lo largo y ancho de la Serranía- cuyo mérito se está poniendo merecidamente en valor y que obran como acicate a las miradas tanto del interior como exterior de nuestro suelo patrio. Tradiciones y hechizo no le faltan.