Apogeo del “pata negra” benaojano
JOSÉ BECERRA
A este pueblo enclavado en plena Serranía de Ronda se puede venir por innumerables razones. Paisajes de montaña y encrespadas crestas calizas jalonan su entorno. En él se abren para asombro del visitante dos cuevas que concitan la admiración de propios y extraños. La del Gato es propicia durante los meses de estío para refrescarse en limpias y frías aguas: vomitadas por las fauces siempre abiertas de un pétreo felino vienen a remansarse en un charco que ofrece baños placenteros a quienes se sumergen en el frío elemento como elemento principal de un paraje que se diría idílico. La otra espelunca, La Pileta, abre sus fauces unos escasos 3 kilómetros del pueblo. Resulta placentero y obligado sumirse en un universo de piedras y sombras, lagunas insondables entre un laberinto de estalactitas y estalagmitas, que desembocan en suntuosas y lóbregas salas en cuyas paredes nuestros antecesores prehistóricos nos dejaron pruebas fehaciente de su arte. Dibujos geométricos y figurativos se suceden – capra hispánica, bisonte, yegua preñada – para suspendernos en el ánimo en muda contemplación. Ambas grutas ofrecen un tirón imparable para quienes desea regodearse con vestigios del pasado o vivir atmósferas que desde la más remota antigüedad han venido regodeando la estancia del hombre que vivió sus inmediaciones.
Pero además del contemplativo como carácter que define al hombre y que es inherente a todos los que se dejan caer por estos andurriales de montaña, existen otros que asimismo les son propios. Caso de la manduca o el buen comer, placeres que también ofrece Benaoján a lo largo del año. Fábricas de embutidos jalonaron sus calles o se elevaron en ensanches próximos y fueron siempre pura tentación para los amantes del buen comer. Desde tiempo inmemorial aquí se fabrican productos para deleitar los paladares más exigentes a partir de las carnes sabiamente condimentadas de ese animal orondo y gruñón sempiterno que es el cerdo.
De estas estos productos del cerdo destaca la paleta del cerdo asada de una factoría puntera – ICARBEN –, un bocado singular y reputado que hoy por hoy se distribuye en los mercados de Andalucía y el resto del país con plena aceptación de los sibaritas que entienden del buen yantar. Algo que ofrece este mamífero de cuatro patas sempiterno bobalicón y gruñón, pero que hace las delicias de todos cuando sus jamones, después de la reglamentaria curación merced a los aíres saludables de la montaña, lo ponen a punto y dispuesto para hincar el diente.
Para impulsar este yantar de dioses y ofrecer un plato que refleja la sabiduría benaojana en lo que toca a los productos del cerdo, la Diputación de Málaga acaba de publicar un recetario – “Cocina como chef “ – que recoge hasta una docena platos típicos de la zona serrana y rondeña que tienen como principal componente la paleta de cerdo asada. Un acierto indudable de una empresa chacinera que vio la luz alrededor de decenas de años atrás, y que hoy es puntera en la provincia. Algo que ratifica director comercial de ICARBEN, José Manuel Castaño, quien no duda en afirmar que desde que figuran como integrantes de este movimiento a favor de la producción chacinera a escala nacional, y que responde al epígrafe de “Sabor a Málaga”, la firma benaojana ha escalado un puesto notable, fruto de su impacto en el mercado nacional. Asistimos al apogeo de un producto chacinero que ha puesto la pica de la fama en lugares muy elevados de la gastronomía nacional.