Estulticias de los políticos
JOSÉ BECERRA
Nos tienen estupefactos nuestros políticos de aquí y ahora. Nos preguntamos si de veras tiempo, inmersos en sus diatribas y ditirambos diarios, si de verdad se ocupan de nuestros asuntos. Esos que atañen y preocupan a trabajadores que otean un horizonte negro para el futuro más inmediato a resultas de la precariedad de su empleo. ¿Y qué decir de los que lo ansían pero no lo logran? De las parejas a los que les gustaría tener descendencia pero que renuncian porque las exiguas ganancias no se lo permiten, ¿qué se puede objetar? Y de los pensionistas con exiguas pagas que no dan para llegar a fin de mes, qué rebatir?…Cuestiones que los políticos obvian, le dan de lado para mejor ocasión, o guardan negligentemente en el cajón de los recuerdos, son las que de verdad preocupan a los ciudadanos de a pie, esos que engrosan el ejército silencioso y laborioso del país, o los que desearían militar en sus filas, cuando se les niega un trabajo digno para sostener a sus familias.
Es innegable la vertiginosa y constante metamorfosis de nuestro mundo a rebufo de las novísimas tecnologías. Internet sacude un marasmo de siglos y se imponen nuevas actitudes ante el acontecer diario que trastoca los postulados ya asentados en el discurrir de la historia en nuestros días. Verdades más que conocidas y afincadas que se presumían incuestionables se desmoronan como un castillo de naipes y otras novísimas ocupan su lugar. Los bancos ya no son lo que eran y sus ganancias otrora copiosas se derrumban a ojos vista. Desaparecen las tiendas de toda la vida con su pátina amable y cercana y atiborran pueblos y ciudades rutilantes y fríos supermercados.
El mercado laboral se resiente y una escalofriante cantidad de familias no pueden adquirir lo más vital para llegar a final de mes. La población se retrae aunque la longevidad crezca a tenor de menores nacimientos. Hospitales saturados y larguísimas listas de espera hablan claramente del resquebrajamiento de la Sanidad. Los mayores de edad sentimos sobre nuestras cabezas revolear el fantasma de pensiones con exiguas subid y el temor de un futuro incierto en lo que toca a que perduren en el tiempo.
Y así podríamos seguir con una prolongada serie de elementos que se han trastocado en los últimos tiempos cambiando de mal en peor y que no tienen por menos que engendrar serios temores ante la perspectiva que en lugar de ir a mejor empeore de forma drástica. Y se impone una pregunta: ¿Se preocupan los políticos que anhelan gobernarnos por dar respuestas a estas incertidumbres que nos acosan? Más bien no. Solo hay un pugilato por ocupar el puesto del adversario más encumbrado importándoles una higa nuestro futuro; pero eso sí, desgañitándose por aparentar lo contrario y de que sirven los intereses del pueblo llano.