FOTO: DIARIO SUR
Alcaldes en pie de guerra
JOSÉ BECERRA
Pocas veces, por no decir ninguna, los alcaldes sin distinción a juzgar por sus ideología y ostentado los más variados signos de afiliación política se habían unido para una protesta tan justa. Ya militen en uno u otro partido, esos que regentan los municipios que se asoman a las vías ferroviarias y fueron siempre el único medio de movilidad de buen parte de sus habitantes, han tenido a bien de, forzado por los acontecimientos, organizar protestas, todos a una. El motivo, la dejadez de las administraciones superiores ante un problema del que vienen haciendo caso omiso: las mejoras de las vías férreas de la zona.
Dejan mucho que desear, según el sentir generalizado, y que viene levantando ampollas en la ciudadanía que ve cómo quienes tienen en sus manos la solución miran para otro lado. Han tenido que ser los alcaldes quienes tomen la sartén por el mango tratando de poner coto a una desidia manifiesta que obra en detrimento del desarrollo y la viabilidad de la zona no pocas veces olvidada y zaherida. Porque el ninguneo parece haber llegado al paroxismo en forma de ataque frontal a la zona: los trenes que les han endosado para la línea Algeciras-Bobadilla tienen todo el aspecto de una afrenta que no ha tenido por menos que remover el sentir de la ciudadanía. Trenes que han sido tildados con toda justicia de “ranas” por lo vetusto de sus aspectos, y lo que es peor, de sus estructuras son los que han venido a parar a estas tierras del sur más al sur.
La ciudad de Ronda ha sido el lugar escogido por los primeros ediles de la Serranía y el Campo de Gibraltar para presentar hosca cara a quienes consideran responsables del desaguisado que se ha provocado en las comunicaciones por vías férreas a remolque de la dotación de trenes que consideran desechados de otras regiones del país y que, por ende, presentan anomalías evidentes. Piden a voz en gritos “responsabilidad”, una exigencia que las más de las veces brilla por su ausencia entre quienes ostentan el deber de salvaguardar las necesidades y apremios que atosigan a los ciudadanos a los que comandan.
El propósito de los primeros ediles del Campo de Gibraltar y la Serranía de Ronda fue subirse al tren que recorre sus respectivas demarcaciones como protesta veraz para señalar las deficiencias que comporta el trazado de la línea. Algo que han de soportar quienes se ven obligados utilizarlo cada día a bordo de vetustos convoyes que dejan mucho que desear. Así lo afirman quienes se ven obligados a utilizarlos y sufren las consecuencias de los deterioros que resultan evidentes.
Trenes de “segunda mano” con deficiencias notables recorren comarcas sureñas ante la impasibilidad de quienes se verían obligados a evitarlo. Contra esta anomalía se han manifestado los alcaldes del territorio vejado hartos de que sus conciudadanos sean considerados de menor categoría que el resto de de los que componen el dilatado territorio nacional. Han desenterrado el hacha de guerra ante una anomalía que claman por erradicar.