¿Quo vadis, Rivera?

JOSÉ BECERRA

Es la pregunta del millón que hoy por hoy se hacen quienes le siguen a pies juntillas,  y nos hacemos quienes permanecemos al margen de sus diatribas. Su proceder no ha tenido por menos que levantar ampollas en sus seguidores y preguntarnos en los último tiempos a quienes escuchábamos un sí  y otro también que “¡a Sánchez ni agua!”. Declinó con displicencia las invitaciones del presidente en funciones en mantener el menor cambio de impresiones. Su “no es no” fue tajante, algo que sus seguidores no llegaron a asimilar del todo: de ahí la deserción de muchos dirigentes de su formación política: se calcula que la friolera de 250 abandonaron sus filas. Pero he aquí que “donde dije digo digo diego”;  al regreso del veraneo, en el que mantuvo una ausencia total  del ruedo político, se descuelga con que busca el encuentro con Sánchez, que despreció de manera sistemática, convocando a la prensa para hacer constar las tres condiciones sine qua non para abrazar su causa y que se ha encarado de airear: ruptura de la alianza que catapultaron  a los socialista a la presidencia de Navarra, vigorizar un 155  en Cataluña, y cercenar cualquier intento de subida de impuestos. A las tres ha respondido Sánchez que ya están en vigor, por lo que es de suponer que rechazará esta condición con displicencia.

   Es notorio que el grito a las derechas de Rivera en las pasadas elecciones  obedecía a su interés en frenar la huida masiva de votos de su electorado hacia Vox: había que frenar esa sangría que amenazaba con la consunción de su partido. Negó con energía cualquier pacto con Sánchez, lo que terminó por favorecer a su partido en la consulta de abril. Pero ahora vuelve a hacer otra pirueta en el aire, sin otro fin que impedir nuevas elecciones que, ahora sí, podrían infligir seria derrota a su partido.

   No es de extrañar que por las sucesivas incongruencias de Rivera se haya llegado incluso en sus filas a cuestionar su liderazgo. Voces autorizadas dentro de Ciudadanos como Luis Garicano o Javier Nart abandonaron el partido, posiblemente a tenor de las piruetas en al aire de su líder que no sigue un camino fijo e irrenunciable, lo que ha terminado por desmotivar a quienes en su día  le concedieron su voto. ¿Quo vadis, Rivera?