JOSE BECERRA

Era lo esperado, y por lo tanto, a nadie podrá cogerle  de sorpresa: del Gobierno que está en ciernes era dado por hecho  que vendrá de la mano de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, y que no es temerario apuntar que este abrazo entre los líderes que tanto han soliviantado a quienes no lo esperaban, habrá de culminar con el beneplácito de ERC, a poco que el presidente en funciones acepte la deriva más que previsible por quienes defienden con denuedo   la independencia de Cataluña. Las exigencias de los independentistas empecinados no ha tenido por menos que inquietar a buena parte de los ciudadanos españoles, incluidos figuras eminentes del socialismo español reciente.

   Crece la opinión en buen parte de la opinión pública e, incluso, dentro de las propias  filas de adeptos al socialismo,  que Sánchez teme a unas nuevas elecciones como el gato  escaldado del agua fría. Se  barrunta, y con razón, que si su investidura naufraga, lo más probable es que venga acompañada de su ocaso político. Seguramente,  porque esto último no se le escapa ahora, es presumible que no tenga en  cuenta su radical posición preliminar en contra de pacto con ERC,  después de aceptar el trágala de Pablo Iglesias:  no parece que haga  ascos en entablar conversaciones con el partido independentista hasta el punto, como se verá, se sentarse a una mesa con ellos para asegurar su investidura.

Por otra parte, y no es menor el estupor con el que ha venido a crear entre sus propias filas, aunque se haga la vista gorda al respecto,  el presidente en funciones se autoproclamó candidato a la presidencia,  y al mismo tiempo ratificó su compromiso con el líder de Podemos, haciendo caso omiso de la ausencia del Jefe del Estado en visita protocolaria a Cuba. Comportamiento el del presidente en funciones que no ha tenido por menos que provocar, como se anuncia, “malestar profundo en la Casa Real”, como no podía ser de otra forma, dado  el escrupuloso comportamiento del monarca en lo que toca a su proceder Institucional, demostrado un  día sí y otro también en su actividad, al margen de los contubernios de los políticos de turno.

   Pero el clamor contra la situación política no ha tenido por menos que dar pie a una plataforma de la sociedad civil, incluidos históricos mandatarios  del  PSOE, caso de  Nicolás Redondo o Joaquín Leguina entre otros, que demandan (“Carta a los españoles”) respuesta para frenar lo que juzgan como un desvío del ideario del partido, además de expresar su temor latente con la aseveración de que  “la democracia está en peligro”. Reclama que sean los españoles quienes, extraños a esa deriva, tengan que poner pies en pared  y soslayar el peligro que nos amenaza. Más razón que un santo asiste a quienes no tienen por menos plasmar esta   advertencia, echando mano a la cita evangélica   “quien tenga oídos que oiga”, que se puede aplicar al ideario que  inculcarnos   los políticos de turno. En   lo que toca  a un futuro tan incierto como amenazante por parte de quienes dirigen el cotarro político en  su laberinto no cabe por menos esperar lo peor para el futuro más inmediato. Todavía se está a tiempo de remediarlo. ¿Cómo hacerlo? Tha´s the questión, que se dicen los británicos ante problemas peliagudos en resolver.