“Menos bares y más librerías”
Un aserto éste que no a va a cundir a todas luces. Sin embargo, obligado es que se enaltezca lo que ocurre al respecto en el vallisoletano pueblo de Ureña: presume y con razón de tener más librerías que bares, o tabernas que es lo mismo, pero menos pretencioso por parte de quienes las regentan. Es lo que saltó a la actualidad no ha mucho al conocerse que la villa en cuestión mereció el galardón por parte de las administraciones públicas de ser poco menos que un emporio del libro, y por ende del saber, que es lo que nos proporcionan ese montón de hojas impresas. Y no solo es un galardón por la cantidad de volúmenes que engrosan los anaqueles de su biblioteca pública sino sobre todo porque acoge nada menos que una docena de librerías, con volúmenes que abarcan las mas heterogéneos temas, algo insólito para un villorrio que no llega a los 200 habitantes.
Insólita esta tendencia por la lectura que no deja de sorprendernos si hacemos honor al antiguo dicho, que ahora no se atiene a la realidad pero que tuvo su razón de ser en tiempos pasados no solo en Málaga sino en buena parte de las ciudades punteras españolas: se dijo con razón que presumían de “cien tabernas y una sola librería”. Menos tabernas que en la ciudad existen en los pueblos malagueños, pero las diferencias con las librerías o bibliotecas públicas sigue siendo notoria. En Ureña no ha lugar para la sentencia y se constata algo a la inversa para asombro de todos: Menos lugares para las libaciones alcohólicas y agasajo del cuerpo y muchos más para cultivar el intelecto y acrecentar la sapiencia. Si buscamos este apego a la letra impresa en nuestra provincia en lo que toca a los de menos densidad de población, caso de Ronda, por ejemplo, perderíamos lastimosamente el tiempo: brillan por su ausencia.
En las antípodas de este norteño pueblo se podrían colocar colocar el resto de pueblos y ciudades de España. Aún teniendo en cuenta en lo que toca a Málaga y su provincia, han cambiado las cosas en la actualidad, pero están muy lejos de llegar a la relevancia que este pueblo que traemos a colación esgrime: las divergencia sigue siendo notorias.
Pero no solo en Ureña se rinde culto al libro, sino que a lo largo del año se celebran eventos que lo exaltan como protagonista indiscutible. Una escenografía de corte medieval, que es la que sirve como telón de fondo a este insólito pueblo, además de festejos que lo exaltan, acoge un Museo del Libro y Escultura, otro de Música, amén de talleres de encuadernación, enoteca o caligrafía: todo la servicio de encumbrar tradiciones y costumbres enraizadas en la vecindad desde tiempo inmemorial.
Particular brillo reviste, como no podría ser de otra forma, la festividad del Día del Libro en España, que aquí se reviste especial relieve, ya que este montón de páginas litografiadas representan las señas de identidad de un pueblo con raquítico numero de habitantes, pero que tiene como centro todo lo que en su entorno se mueve.
“¡Menos bares y más librerías!” se nos antoja que es el mensaje callado que desde este este pueblo de lanza a diestro y siniestro. Pero mucho es de temer que este deseo sea del todo irrealizable: caerá en saco roto sin la menor duda.